Claves para un gran verano en familia
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Que este es un verano completamente atípico lo sabemos todos. La pandemia nos ha cambiado, ha transformado nuestras costumbres, y el estío de 2020 será para siempre recordado como el primero de una mal llamada "nueva normalidad". Muchas familias están saliendo ya de vacaciones, no sin cierto temor. Pero otras muchas han optado por quedarse en sus ciudades de origen o, a lo sumo, volver a las raíces de nuestros pueblos.
Estamos ante un tiempo de descanso, que puede ser muy provechoso si sabemos afrontarlo con positividad e interés. Y, sobre todo, con especial atención a los más pequeños, que han vivido unos meses emocionalmente estresantes. El verano ofrece a las familias la oportunidad de hacer planes juntos, de compartir vivencias, de cultivar las relaciones, de conectar más y mejor los unos con los otros. Pero, ¿cómo podemos aprovechar al máximo este tiempo libre para que sea un verdadero momento de unión familiar, a pesar de las circunstancias? Aquí van algunas ideas.
Seguro que cada uno tendrá sus gustos. Unos preferirán la playa, y otros la montaña. Unos querrán hacer deporte, y otros descansar en una tumbona frente al mar. Debemos encontrar el punto de unión entre todos, sacar ese tiempo para hacer cosas todos juntos. Aquello que durante el resto del año no podemos por falta de tiempo: cocinar, pasear, ir en bici, hacer excursiones, visitar nuestra ciudad? Y sí: que sean actividades completamente distintas a la cuarentena, para evitar el cansancio mental. Pero siempre, siempre, con precaución y mascarilla, que no se te olvide.
El ambiente relajado del verano es perfecto para impulsar el agradecimiento, que a veces con las prisas queda un poco en el olvido. Saber dar las gracias a los demás por los detalles, o simplemente por haberlo pasado bien juntos. Pequeños valores que se aprenden poco a poco en el ejemplo familiar.
El plan perfecto no tiene por qué ser caro o exótico. Tampoco tiene que implicar obligatoriamente un viaje. Es importante enseñar a los niños a disfrutar con la belleza de la sencillez: ver una puesta de sol, tomar un helado, o una charla a la orilla de la playa o la piscina, en la que los padres escuchen a sus hijos.
Estar todo el día nosotros con nosotros mismos puede terminar por cansarnos. El verano es la época perfecta para recuperar esas relaciones perdidas con amigos. La amistad hay que cultivarla. Hay que salir al encuentro del otro. Ésta puede ser otra de las claves para aprovechar el verano en familia.
Aprovechar este tiempo para el diálogo nos hace caer en la cuenta que el hombre es un ser social y que, para enriquecerse, necesita de un contraste con los otros que le rodean. También con sus propios hijos, a quienes debe escuchar, atender e intentar comprender.
Ahora es el momento en el que tenemos el suficiente tiempo para enseñar a los más pequeños el gusto por la cultura. Y para eso, no hace falta irse demasiado lejos. ¿Te has propuesto visitar los monumentos de tu ciudad con tus hijos, con los ojos de un turista que los descubre por primera vez? No son pocas las ocasiones que nos lanzamos a viajes lejanos sin haber siquiera conocido parte de la cultura y la historia del propio lugar donde vivimos.
La lectura es un viaje apasionante que alimenta las neuronas de grandes y pequeños: novelas de aventuras, biografías, cuentos? Recuerda que, si tus hijos te ven leyendo, probablemente ellos seguirán tus pasos.
Muchos padres aprovechan el verano para enviar a sus hijos a campamentos de inmersión lingüística, lo cual puede ser bueno para mejorar su nivel de inglés, pero les resta tiempo de estar juntos. Tampoco ahora parece la mejor opción. ¿Y si en vez de ello, la familia comparte tardes de cine en versión original?
Como cristianos tenemos el deber y la obligación de mostrar la alegría del Evangelio. Necesitamos de gente optimista, vacunados contra el pesimismo. Intenta descubrir, en medio de la dificultad, las cosas buenas de tu vida. Aunque muchas veces no te des cuenta de ellas, están ahí para hacerte plenamente feliz. Si vivimos la gratitud en las cosas pequeñas, tenemos la oportunidad de ser agradecidos en las grandes.
Donde quiera que os encontréis este verano, siempre será un buen lugar para expresar tu alegría por vivir y creer. Dios no se toma vacaciones: sigue estando ahí con nosotros, por lo que quizá este sea un momento excepcional para salir a su encuentro.
Y recuerda: las vacaciones no son un momento de no hacer nada, sino de dar un sentido a la pausa que nos ofrece el verano. De nosotros depende que convirtamos el descanso vacacional de este año en algo verdaderamente único. Cuestión de actitud. ¡Feliz verano!