Siempre hay una zona cero
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Comienzo esta andadura por la Revista Ecclesia, por lo que agradezco a su directora y a todos los trabajadores la confianza puesta en mí. Espero que mis letras resulten interesantes o, al menos, lleven a la reflexión y aporten, aunque sea poca, algo de luz.
"Zona Cero". Así he querido nombrar este blog. Y mi primer artículo "Siempre hay una zona cero" porque, efectivamente, todos tenemos un día de comienzo de algo, de nuestras vidas, de grandes hitos, lugares donde el mundo se detiene o acontecimientos que cambian el curso de la Historia. Viví tres años en Estados Unidos trabajando en la ONU, en su sede de Nueva York. Allí, entre muchas experiencias, una me dejó huella, imposible olvidar: la zona cero de los atentados del 11 de septiembre de 2001. En el 10º aniversario, en 2011, pude asistir a los actos en memoria de las más de 3.000 personas que en ese mismo lugar perdieron su vida. Con la mirada petrificada en los dos grandes agujeros donde se levantaban las dos elegantes torres gemelas, me vino a la mente lo que ese lugar debería significar para todos y especialmente para los familiares. Cuando uno lee allí los nombres de todas las víctimas escritas en piedra, se da cuenta de la enorme cantidad de vidas que, ahí mismo, en poco menos de dos horas, se rompieron por el odio a lo ajeno, por la violencia terrorista y por el fanatismo ideológico.
Esa zona cero me humanizó mucho. Me afianzó en mi apuesta vital de trabajar por el bien común como un cristiano coherente ?sin caer en elogios, porque los hay incoherentes, seamos sinceros?. Me aceleró el propósito de elegir ser activo en vez de mirar para otro lado. Ese gran solar vacío me llevó a ser más consciente de que el mal existe, que se sirve de personas y que actúa en medio de la vida de todos. ¿Qué hacer ante el mal? Los cristianos, los coherentes, los que pese a las dificultades eligen el amor al prójimo y el Evangelio, debemos mirar a nuestra zona cero: Jesús de Nazaret. Para nosotros ?y para toda la Humanidad y todas las generaciones? ese sepulcro vacío es la gran Zona Cero. Donde empezó todo. Donde la divinidad de Dios se hizo humana para enviarnos el mensaje de que ante el mal y la muerte, hay un camino distinto, rebosante de vida, no exento de dificultades pero en donde ayudados de nuestra fe, de la Iglesia y de los hermanos, podremos seguir este sendero. Desde ahí debemos actuar ante el mal en el mundo.
En medio de esta pandemia, que ha sacudido nuestra Cuaresma, Semana Santa y Pascua, volvemos una vez más la mirada a esa gran Zona Cero. El mensaje de Jesucristo es inmensamente sobrecogedor ante esta situación, al igual que lo fue para mí con la experiencia en el mismo lugar de los atentados yihadistas en Manhattan. Ante tanto sufrimiento, mal y desesperación, Jesús, su vida y su Palabra. Son muchas las cuestiones que me asaltan ante el mal y que iremos respondiendo poco a poco. También serán muchas las respuestas de por qué hay tanto bien. De esto y más, hablaremos en la zona cero. ¡Gracias por leer!