Septiembre para la Creación
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Septiembre está ya aquí. Volvemos a las rutinas pero con mascarilla y distancia interpersonal. Volver a hacer lo de siempre en medio de la pandemia. Quizá deberíamos empezar a hacer cosas nuevas porque la situación es nueva. Al menos hasta que podamos hacer una vida normal. Ojalá, y lo he dicho en más de una ocasión, cambiemos tantas cosas para no volver a hábitos y situaciones que nos estaban minando como seres humanos.
Una de esas cosas que debemos promocionar y que antes quizá no lo hacíamos tanto es el cuidado del planeta. La biodiversidad y el ecosistema son nuestros verdaderos modos de vida y amplio hogar. Todos los que habitamos este mundo somos dueños temporales mientras pisemos este suelo. El regalo que nos ha dado Dios mediante la Creación merece un trato correcto, sobre todo pensando en quienes nos sucederán y en quienes sufren esa brecha socioeconómica causada por el uso de los recursos naturales.
El Papa Francisco está dando muchos pasos en este sentido. Y muy acertadamente elaboró en 2015 su encíclica Laudato Si?para dar los primeros detalles sobre su pontificado en relación a este aspecto. Con esta pandemia golpeando duro, una vez más el Santo Padre nos llama a dedicar el mes de septiembre a concienciarnos sobre el necesario cuidado de la Creación. En mi Diócesis se está preparando una agenda digital y presencial para ello. En muchas otras diócesis por todo el mundo, igual. Y es que, por mucho que creamos que no, el clima está cambiando, la tierra está sufriendo y los recursos los estamos limitando. Durante el confinamiento, se limpiaron automáticamente ríos y mares, nuestros hermanos los animales ?como diría San Francisco? no vieron amenazada su existencia por la contaminación de su ecosistema y el aire dejó de absorber tanto Co2. Son algunos ejemplos de cómo está en nosotros el poder de cuidar el planeta. Los cristianos debemos fomentar una conciencia personal que garantice el cuidado de la Creación. Dios nos ha dado este planeta no para destruirlo y abusar de él. No seremos auténticos cristianos si no agradecemos y respetamos todo lo que Él nos regala.
Que este mes sea un punto de partida para comenzar. Con pequeños gestos: reciclar, no ensuciar la vía pública ni los espacios verdes, tener plantas en casa y cuidarlas, usar el coche lo estrictamente necesario o comprar un coche que no contamine en caso de estar pensando en cambiar. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa.