Los dos grandes mandamientos que Jesucristo revela al escriba y resume toda la Ley de Dios

El periodista y sacerdote Josetxo Vera nos da las claves del Evangelio de este domingo, 31 de octubre, en 'Chateando con Dios'

Josetxo Vera

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Uno de los grupos con los que más duramente se enfrenta el Señor es el de los escribas y los fariseos. Son los que le van constantemente tirando de la lengua para ver cómo acabar con él.

El Señor se encuentra, en el Evangelio de este domingo, con un escriba sincero que realmente está impresionado por las enseñanzas del Señor y se pone a su lado para preguntarle: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”. Es una pregunta muy importante porque cada maestro enseñaba qué era lo más importante según su criterio.

Los mandamientos se habían ido enrareciendo y cada vez era más complicado entender cuál era el más importante. El Señor ve un corazón sincero en este escriba, una persona que realmente quiere saber la verdad y el Señor se le revela: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”.

Una oración que los judíos, hasta nuestros tiempos, siguen rezando todos los días. Pero el Señor no acaba allí: “El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos”. Este doble mandamiento tiene muchísimo sentido.

El primero nos dice que no hay nada más importante que el amor a Dios. Y es una de nuestras principales batallas, darle a Dios el lugar que merece. El segundo mandamiento, dice Jesús, es “similar al primero”. La altura del amor al prójimo es el amor propio. El Señor conoce bien la naturaleza humana y sabe que estamos heridos por el amor propio y por eso nos dice “el prójimo, como a ti mismo”. En el prójimo además el Señor no dice el que piensa como tú, el que tiene tu ideología. El prójimo es el que tú no has elegido, el que está a tu lado, no tiene nada que ver con la ideología, con la raza, con la simpatía. Es el que está cerca de ti.

Nosotros sabemos que estos dos mandamientos caminan de la mano. El uno sostiene al otro. Sin uno, el otro se hunde. Una persona que ama a Dios, pero se olvida del prójimo está incumpliendo lo que pide el Señor. Hay mucha gente que ama al prójimo, pero no ama a Dios. Ama el prójimo sin un fundamento consistente porque ese fundamento es que esas personas son imagen de Dios. Esa persona que está a mi lado yo la tengo que amar porque en él se aprecia la imagen de Dios. Por tanto el amor al prójimo implica el amor a Dios y los dos son necesarios.

Estos dos mandamientos resumen toda la Ley de Dios. Vamos a ver si vivimos así esta semana, sabiendo que el amor a Dios implica el amor al prójimo, y este último implica el amor a Dios.