¿Por qué nos pide la Iglesia estar alegres en este tercer domingo de Adviento?

En la nueva entrega de 'Chateando con Dios', el periodista y sacerdote Josetxo Vera nos da las claves del Evangelio de este domingo, 12 de diciembre

Josetxo Vera

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Quienes no conocen la forma de vivir de la Iglesia creen que solo se dedica a imponer mandamientos y prohibir cosas. Que la vida de la Iglesia es oprimida y opresiva. No es verdad. Este domingo, a través de la Liturgia, se nos habla de uno de los mandamientos que se nos imponen para vivir esta tercera semana de Adviento. El mandamiento es 'alégrate', 'cantad con alegría'. El mandamiento es estar alegres. La alegría no es algo que se pueda obligar y no se sabe muy bien cómo hacerlo.

¿Por qué este domingo es el de la alegría? Tiene su paralelo en el domingo del tiempo de la Cuaresma, donde en medio de un tiempo de penitencia, silencio y ayuno, se puso un domingo marcado para la alegría paa oxigenar este tiempo de preparación a la Pascua. En Adviento pasa igual, y es tiempo donde prima la sobriedad, se prepara el corazón... se prepara el camino para que llegue el Señor.

Este tiempo de Adviento se vivió durante siglos como una Cuaresma del 12 de noviembre hasta la Navidad. En el siglo IX, fueron los cuatro domingos de Adviento y, en medio, se consideró oportuno un domingo de alegría, que es el que vivimos este 12 de diciembre. Las Lecturas del domingo nos hablan de este mandamiento.

'Alégrate Jerusalén', comienza la Primera Lectura, porque el Señor está contigo y te va a proteger de tus enemigos. Jerusalén es el nombre que damos en el Antiguo Testamento a la Iglesia. Cuando se dice 'alégrate Jerusalén', quiere decir 'alégrate Iglesia', porque el Señor te cuida. En el Salmo también se nos pide gritar de júbilo, en la invitación de Isaías, por la presencia del Señor, que no se olvida de ti y llena tu corazón de paz.

Siempre hay problemas en la vida, pero el Señor te cuida. El mandato del Señor es estar alegres. Si estás con Dios, no hay problema tan grande. Luego viene el Evangelio, que es el diálogo de San Juan Bautista con su pueblo. La gente le pregunta... ¿qué tenemos que hacer? Le contesta San Juan Batista que "vosotros teneis que ayudar a los demás". Luego llegan los publicanos y le preguntan lo mismo. Le responde San Juan que cobrar los impuestos justos. Luego, a los soldados, les pidió respetar a los demás y no abusar de ellos.

Para estar alegre hay que dejar hueco en el corazón al Señor, estar atento a las necedidades de los demás, socorrer la pobreza, acompañar a quienes están solos o tristes. Eso es fácil de vivir en este tiempo en el entorno de nuestra familia, con la gente que tratamos habituamente. ¿A quién podemos ayudar? Ese será el germen de nuestra alegría. Es poner en el centro de nuestra vida al Señor para cambiar nuestra vida.