La invitación que nos hace el Señor en la Parábola del banquete nupcial y que vemos reflejada hoy en día

El periodista y sacerdote Josetxo Vera nos da las claves en 'Chateando con Dios' del Evangelio de este domingo, 11 de octubre

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hay un tema que suele estar bastante de moda en algunas realidades que es el de la contraprogramación. Una persona decide hacer una cosa y siempre hay una a su lado que intenta hacer otra mejor para conseguir brillar él y que el otro desaparezca. Eso pasa mucho en la televisión, por ejemplo. Un canal decide emitir una película muy buena y otro canal programa un partido de fútbol para robarle la audiencia. Contraprogramar se hace mucho, pero no está bien visto.

Si nosotros miramos el Evangelio de este domingo podemos pensar que está contraprogramando lo que está pasando en la sociedad. Estamos recibiendo ahora las normas sobre cómo se celebran las eucaristías o las grandes celebraciones: reducción de aforos, invitar a poca gente etc…y nos encontramos en este domingo con el Señor que nos dice a qué se parece el Reino de los Cielos: a un gran convite en el que el rey invitó a muchísima gente. De hecho, en la Primera Lectura también se nos anuncia el Reino de los Cielos como un gran banquete.

Evidentemente ese banquete no está para contraprogramar el modo de hacer los banquetes que hoy nos marca la Ley, sino que nos está hablando del Reino de los Cielos.

De hecho es una buena imagen por qué el Señor nos cuenta como el dueño de la casa ha invitado a todo el mundo para el convite. Sin embargo, los invitados le salen con excusas vanas y es exactamente lo mismo que nos pasa hoy en día con nuestros amigos.

El Señor nos está invitando a participar del Reino de los Cielos. Es una invitación que todos hemos escuchado, quienes participamos en la vida de la Iglesia, pero también quien está lejos del mundo cristiano se encuentra muchas veces con la llamada a ser felices, a ser plenos, a ser realmente humanos y alcanzar el lugar de la justicia y de la paz.

Todos estamos llamados a completar lo que nuestra naturaleza nos pide, y que no podemos alcanzar. El Señor nos dice que todos esos deseos tienen un lugar donde se satisfacen, el lugar del Reino de Dios. Tú también estás invitado a participar de este Reino de los Cielos. El Señor ha preparado un sitio para ti.

Hay gente hoy en día que recibe la invitación y responde que tiene otras cosas más importantes que hacer. El rey que había invitado a muchas personas se enfada con los invitados y dice: “Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda”. Lo que hace el Señor es poner una imagen de lo que está pasando con el pueblo judío que no quería escuchar su mensaje. Y el Reino de Dios, que parecía estar destinado solamente a ese pueblo, con esta parábola Dios nos dice que es para todos.

Por tanto, todos somos invitados a un lugar donde se satisfacen los anhelos de la humanidad. Nos queda a nosotros aceptar la invitación. Vale la pena que escuchemos con atención la Primera Lectura donde Isaías nos habla de un gran banquete. Y también que escuchemos el Salmo y la respuesta que hace el Pueblo de Dios a la Primera Lectura donde todos contestamos y decimos: “El Señor es mi pastor, nada me falta”.

Que vivamos esta semana con esa alegría de haber sido invitados a la gran fiesta donde la humanidad se desarrolla en toda su plenitud.