Las tres enseñanzas de la Parábola de los jornaleros contratados, protagonistas del Evangelio de este domingo

El periodista y sacerdote Josetxo Vera, nos da las claves del Evangelio de este domingo en 'Chateando con Dios'

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Una de las palabras fuertes que escuchamos muchas veces en nuestro tiempo y que nos resulta realmente dolorosa es “nadie me contrata”. Entendemos muy bien la dureza de estas palabras, la sensación de que no eres interesante, de que a nadie le sirves y realmente resulta muy dolorosa. Vale la pena dedicar un tiempo y rezar por estas personas.

En el Evangelio de este domingo escuchamos en la Eucaristía esta misma expresión, “nadie me ha contratado”. El Señor la ilumina de una forma nueva, porque lo que hace es contar a los apóstoles una parábola sobre a que se parece el Reino de los Cielos. Dice el Señor que el Reino se parece a un señor que tenia unas tierras y salió a la plaza del pueblo a buscar viñadores. Salió al amanecer, los encontró y empezaron a trabajar. Y repitió la misma acción a media mañana, al medio día e incluso al anochecer se encontró a gente dispuesta a trabajar. Y les pregunta “¿por qué estáis aquí?”. Y la respuesta es: “Nadie nos ha contratado”.

La respuesta del señor es: “Id también vosotros a mi viña”. El señor les demuestra que para él también ellos son valiosos y los invita a trabajar. El señor ha acordado con los primeros trabajadores del amanecer un denario como recompensa del trabajo. Al final del día el señor paga primero a los últimos que han llegado a la viña y también les da un denario. El premio para la jornada de trabajo es para todos lo mismo. Los de la mañana piensan que les va a tocar más pero también les da un denario y entonces estos últimos se quejan.

Todo tiene explicación y creo que nos puede ayudar en nuestra vida cristiana. La primera idea de este Evangelio es que siempre el Señor nos está esperando, tiene un lugar para nosotros. Fijaos, el señor que le representa en esta parábola sale cinco veces a la plaza. También a nosotros el Señor sale a buscarnos durante nuestro día y siempre tiene algo que confiarte.

La segunda enseñanza viene al final con una frase del Señor que dice: “Los últimos serán los primeros y los primeros los últimos”. Ha pasado así en la parábola porque el Señor paga primer los últimos que han llegado a la viña. Es una frase muy común en nuestra vida cotidiana. A lo mejor en la vida cristiana los que se asoman al final de su vida a la grandeza del misterio cristiana se quedan muy sorprendidos y su vida cambia radicalmente. Los que hemos sido llamados desde el principio a veces no nos damos cuenta de la grandeza de la presencia de Dios entre nosotros.

Creo que es una llamada de atención, da igual desde cuando vives tu fe, vívela intensamente, busca el Señor en cada momento de tu vida. ¿Cuántas veces salimos al encuentro del Señor durante el día?

La tercera enseñanza es lo de pagar un denario a todos. Nosotros sabemos que el premio de amar el Señor es el cielo. Y el cielo es el mismo para todos. Da igual cuando te hayas comprometido con el Señor, el premio es el cielo. Llevar toda la vida con Dios es un regalo que recibimos que no tenemos que olvidar, vivir como cristianos es un gran regalo, no es una carga que te pesa. Por tanto, ¡qué suerte ser cristiano desde el principio!

Y si no lo has recibido tienes posibilidades de recibir el mismo Reino de los Cielos, da igual cuando te conviertas. Por tanto la Palabra del Señor es esperanzadora para todos.