El tesoro que recibimos de Dios y que aparece reflejado en el Evangelio de este domingo

El periodista y sacerdote Josetxo Vera nos da las claves en 'Chateando con Dios' de las Lecturas de este domingo, 26 de julio

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Decimos que “quien tiene un amigo tiene un tesoro” y es verdad, es una experiencia profunda de todos nosotros, especialmente ahora en el tiempo de vacaciones que podemos verlos más y estar más tiempo con ellos. Amigos que necesitamos, para que los momentos buenos sean mejores o gente que está a nuestro lado, y que cualquier cosa la convierte en un momento bueno. Amigos que son como un tesoro para cada uno de nosotros.

Siempre me acuerdo de un personaje de la literatura, que luego ha tenido mucha relevancia en el mundo del cine, y que es como el amigo extraño que tiene el protagonista. Es la novela y la película del Señor de los Anillos y el amigo extraño es Gollum. Es un amigo que no quiere el bien del protagonista y tiene un papel muy importante en el final de la película, siempre está allí y una frase que tiene habitual es “mi tesoro”. Siempre está pensando en su tesoro. Y este tesoro lo tiene el protagonista y por eso está siempre cerca de él.

Todos nosotros tenemos amigos, pero también tenemos una lista de tesoros escondidos, a los que aspiramos o todavía no sabemos dónde están y no hemos alcanzado. De esto es lo que habla el Evangelio de este domingo, la lista de tesoros.

El Señor pone tres parábolas sobre el Reino de los Cielos que dice que es como el tesoro escondido, que se nos ha puesto delante y que sabemos dónde está y que ponemos todos los medios para alcanzarlo. Vale la pena que en este día pensemos donde está nuestro tesoro y ver como lo podemos alcanzar. ¿Cómo podemos hacer que ese tesoro se haga material?

Es uno de los temas que podemos pensar al hilo de las Lecturas. Otro tema es el de la red barredera que va recogiendo peces del mar, los buenos y los malos. El Señor lo había visto en el Lago de Galilea, como iban recogiendo y como era una escena habitual. Dice el Señor de que esto va la vida eterna: en nuestra vida todos seremos recogidos en la presencia de Dios y se nos medirá el corazón.

Quizás para el verano no es una reflexión muy apropiada porque no hace falta pensar todo el rato en la vida eterna, pero no nos lo podemos quitar de delante. ¿Qué va a ser de nosotros?

Hay una cosa que es muy bonita en la Segunda Lectura que a veces no nos damos mucha cuenta ,y nos parecen un poco complicadas. En esta Lectura habla el Señor de como Él ha elegido a unos cuantos para que manifiestan el rostro de Cristo, para que hagan visibles el ser hermanos de Cristo. Y va diciendo como es el proceso: Él conoció a unos cuantos, los predestinó y los llamó. Luego los justificó y los glorificó. Son los cinco verbos que hacen el recorrido de una vida normal de un cristiano.

Hemos sido conocido por Dios, ha mirado nuestro corazón, nos ha amado, nos ha predestinado. Luego nos ha llamado a la vida cristiana, y nos ha hecho justos y por último nos ha glorificado. Ese es el recorrido de una persona. De esto habla hoy San Pablo, de un proyecto que tenemos delante cada uno de nosotros.

No solamente alcanzar el Reino de Dios, ese tesoro escondido, sino reflejar en nuestra vida, la vida de Cristo que no es lo más fácil, pero es lo que nos hace felices.

La Iglesia en este fin de semana recuerda a las victimas de la pandemia. En nuestra celebración y oración personal tenemos que tener presentes a los que han muerto por este virus que todavía no nos ha dejado para que el Señor le justifique y les glorifique.