REFLEXION
Ser cristiano se tiene que notar hasta en la forma de caminar
Jesús pregunta a los apóstoles "¿Quién dice la gente que soy Yo?, y se lo pregunta a ellos también. Pedro dice: "El Mesías". Si nosotros le seguimos: "¿Qué significa seguirle?"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Caminar con Jesús debía de ser considerado deporte de riesgo. Y si no, que se lo digan a Pedro y a los apóstoles. Un día les dijo: "Sígueme", y lo dejaron todo para seguirlo. Desde que empiezan a caminar con Jesús les ocurre de todo. Ven cómo Jesús obra milagros, expulsa demonios, hace ver a los ciegos y hablar a los mudos. Hasta, en alguna ocasión, los aldeanos del pueblo al que iba lo querían despeñar o echarlo a patadas por lo que decía y por lo que hacía.
Entre lugar y lugar, los apóstoles y Cristo hablarían. Intercambiarían impresiones sobre lo que habían vivido, incluso comentarían la jugada. O, como pasa en este Evangelio, Jesús los sorprendería con una pregunta: "¿Quién decís que soy Yo?" Los apóstoles debieron quedarse a cuadros. Contestaban lo que decía la gente (o quizá lo que ellos pensaban en realidad) Como nosotros: "Pues tengo un amigo que dice que eres un profeta..." Pero Pedro lo tiene más claro. Se moja. Responde: "Tú eres el Mesías". Si las preguntas de Jesús son potentes, directas al corazón, las respuestas no se quedan atrás.
Pero a Jesús también le llaman Maestro. Me imagino que enseñaría con tanto cariño como autoridad. Más sabiendo el público que tenía. Imagínate la fotografía del momento. Un galileo que se dice Dios explicándole a unos pescadores, acostumbrados a sus redes y peces y poco más, cambistas, a gente normal, un poco bruta, qué significa ser el Mesías. Como tú y como yo quizá, brutos contemporáneos centrados en nuestras tareas.
Pues les dice, ni corto ni perezoso, que lo van a condenar, que lo van a matar y que después va a resucitar. Imagínate las caras de los apóstoles. Y Jesús va más allá. Les dice que, quien le quiera seguir, cargue con su sufrimiento y para alante. Ese es el camino que marca para el que quiera ganar la vida, que tiene que estar dispuesto a perderla por Él. Y el primero en hacerlo es el propio Jesús. Ni el líder más carismático de hoy ha dado un mensaje y un ejemplo como este.
Seguir a Cristo, caminar con Él por la vida, tiene ese precio. Después de todo, entiendo que ese es el mensaje para nosotros hoy: Saber a quién seguimos y por qué. A Jesús por amor a Él y a los demás para darlo todo. Durante ese camino, la vida, vienen las preguntas y respuestas de Dios, como les pasó a los apóstoles. Es un "deporte de riesgo" porque te pide que te la juegues por Él. El mensaje, amar hasta dar la vida, es el mismo dos mil años después. Y se nos tiene que notar hasta en la forma de caminar.