El sexto mandamiento que insta a vivir la santa pureza: "No cometerás actos impuros”
Esta palabra del Decálogo supone una llamada a la fidelidad, puesto que no existe una relación humana auténtica sin la lealtad y la fidelidad
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El sexto mandamiento de la Ley de Dios nos dice: "No cometerás actos impuros". Pues el Señor ha dicho: "Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8). También, Jesús va más allá y recuerda que lo impuro tiene más que ver con la actitud de corazón: “Nada de lo que entra de fuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del corazón del hombre es lo que le hace impuro” (Mc 7, 15).
En el Antiguo Testamento Dios entregó los Diez Mandamientos a Moisés en el Sinaí para ayudar a su pueblo escogidos a cumplir la ley divina. Jesucristo, en la ley evangélica, confirmó los Diez Mandamientos y los perfeccionó con su palabra y con su ejemplo. El amor a Dios se manifiesta en el cumplimiento de los Diez Mandamientos y de los preceptos de la Iglesia. En definitiva, todos los Mandamientos se resumen en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo, y más aún, como Cristo nos amó.
La virtud de la castidad
El Cuerpo de un cristiano, desde que recibió el Bautismo, es Templo de Dios, y se debe profanar cometiendo pecados de impureza. La sexualidad es un regalo que Dios ha dado, por eso, se tiene que vivir la santa pureza, es decir, la virtud de la castidad. A través de su mandamiento, pide no cometer actos impuros y vivir la sexualidad con dignidad.
El sexto mandamiento de la Ley de Dios prohíbe todos los pecados contrarios a la castidad. También toda acción, mirada o conversación contrarias a la castidad. Los pecados contra la pureza, cometidos con pleno conocimiento y consentimiento pleno, son siempre graves.
Los principales medios para guardar la santa pureza son: la oración, la confesión y la comunión frecuentes, la devoción a la Santísima Virgen, la modestia y la guarda de los sentidos y la huida de las ocasiones de pecar, como conversaciones, miradas, lecturas, amistades y espectáculos deshonestos.
El Papa Francisco: "No se puede amar solo cuando conviene"
El Papa Francisco ha explicado que esta palabra del Decálogo supone una llamada a la fidelidad, puesto que no existe una relación humana auténtica sin la lealtad y la fidelidad. Como dijo el Santo Padre, "no se puede amar solo cuando conviene".
“El amor se manifiesta cuando se da todo sin reservas. El ser humano necesita ser amado sin condiciones, y cuando no encuentra este amor el corazón busca llenar ese vacío con sucedáneos, componendas y mediocridades, entregándose a relaciones estériles e inmaduras, con la falsa ilusión de encontrar allí un poco de luz y de vida”.
Por otra parte, tras afirmar que la vida conyugal requiere un tiempo de noviazgo para discernir y verificar la cualidad de la relación, analizando este mandamiento el Santo Padre, ha subrayado: “Este mandamiento nos llama pues a dirigir nuestra mirada a Cristo, para que sepamos encontrar en Él la fuente de nuestra fidelidad, de nuestra constancia en las relaciones con los demás y de nuestra comunión mutua".