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, sobre todo después de la experiencia de la dura pandemia. Hay muchas formas de soledad: enfrentándose a los grandes interrogantes de la existencia, abriéndose a la experiencia mística, sintiendo aprisionados cuerpo y alma, albergando sentimientos de pérdida, de exclusión, etc. Hay muchos momentos en los que los seres humanos se sienten mendigos de afecto, solos emocional y socialmente.
Una radiografía necesaria, tan certera por haber sido realizada a lo largo de muchos años de experiencia, es la que encontramos en el libro Humanizar la soledad (Comprenderla y amarla) (Editorial Desclée de Brouwer) que firman conjuntamente Consuelo Santamaría y José Carlos Bermejo.
La visión de la soledad desde la filosofía y la sociología y las consideraciones psicológicas que se derivan de ella dan lugar a distintos tipos de soledad y tienen consecuencias en la salud de las personas, sean mayores, adolescentes o niños. Como terapia, los autores escriben un capítulo muy interesante acerca de la soledad fecunda y positiva —una especie de área de descanso—, donde encontramos como cita de cabecera esta frase, suficientemente expresiva, de
: «¿Por qué, en general, se rehúye la soledad? Porque son muy pocos los que encuentran compañía consigo mismos».