El mundo como sacramento

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, muy oportunamente aparece el libro de

que, basado en sus experiencias nos ofrece los distintos caminos que han recorrido personas de fe de diferentes tradiciones eclesiales.

Muchos creyentes han considerado que lo cotidiano es el lugar en que se manifiesta Dios y que el mundo se nos presenta como un sacramento; descubrieron la interacción con Dios en el trabajo, los amigos, la familia, las tareas ordinarias, en acontecimientos de la vida diaria, tanto agradables como en la soledad, el envejecimiento o la muerte.

Para descubrir cómo el mundo puede llegar a ser un sacramento de Dios, se nos presentan como modelos doce creyentes/orantes; un elenco de monjes y seglares, mujeres y hombres, orientales y occidentales, cultos y menos cultos, fácilmente imitables unos y no tanto otros, pero todos con una biografía profundamente sugestiva y espiritual.

Entre los orientales, Maria Skobtsova, Alexander Men, Nicholas Afanasiev, Lev Gillet, Paul Evdokimov que descubrieron el «amor loco de Dios».

Además de estos orientales, también los occidentales y más conocidos entre nosotros, supieron encontrar los reflejos de Dios en la vida cotidiana y en los hermanos; Elisabeth Behr-Sigel, muy relacionada con los espirituales rusos, junto al trapense Thomas Merton, al franciscano y capellán de prisiones Richard Rohr y a la benedictina Joan Chittister cuyos libros están hoy ampliamente difundidos.

Menos conocidas, pero igualmente fascinantes, son las reflexiones y vivencias de las escritoras americanas Marilynne Robinson y Kathleen Norris que encontraban el rostro de Dios en las tareas caseras más prosaicas, y las predicaciones de la pastora protestante Barbara Brown Taylor que, a pesar de haber sido declarada por la revista

una de las cien americanas más significativas de 2014, sufrió el fracaso en su ministerio y redescubrió a Dios en la vida diaria.

Figuras no igualmente imitables pero verdaderos modelos de hasta dónde puede llegar el que se encuentra con el Amor sin límites, en expresión de Lev Gillet.