El Evangelio del día: “María escuchaba su palabra”

Evangelio según san Lucas (10, 38-42) y comentario de José María Calderón, director de OMP España

Redacción Religión

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Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.

Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».

Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

José María Calderón, director de OMP España, comenta el Evangelio


Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol Pablo a los Gálatas 1, 13-24

Hermanos:

Habéis oído hablar de mi pasada conducta en el judaísmo:

con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y aventajaba en el judaísmo a muchos de mi edad y de mi raza como defensor muy celoso de las tradiciones de mis antepasados.

Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles, no consulté con hombres ni subí a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que, enseguida, me fui a Arabia, y volví a Damasco.

Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y permanecí quince días con él. De los otros apóstoles no vi a ninguno, sino a Santiago, el hermano del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo. Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia. Personalmente yo era un desconocido para las iglesias de Cristo que hay en Judea; solo habían oído decir que el que antes los perseguía anuncia ahora la fe que antes intentaba destruir; y glorificaban a Dios por causa mía.

Salmo de hoy

Sal 138, 1b-3. 13-14ab. 14c-15 R/. Guíame, Señor, por el camino eterno

Señor, tú me sondeas y me conoces.

Me conoces cuando me siento o me levanto,

de lejos penetras mis pensamientos;

distingues mi camino y mi descanso,

todas mis sendas te son familiares. R/.

Tú has creado mis entrañas,

me has tejido en el seno materno.

Te doy gracias, porque me has plasmado portentosamente,

porque son admirables tus obras. R/.

Mi alma lo reconoce agradecida,

no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,

y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.

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