Evangelio 17 de enero: "Hijo, tus pecados te son perdonados"

Redacción Religión

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Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa.

Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra.

Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico:

«Hijo, tus pecados te son perdonados».

Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:

«¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo uno, Dios?».

Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo:

«¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados” o decir: “Levántate, coge la camilla y echa a andar”?

Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-:

“Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”».

Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:

«Nunca hemos visto una cosa igual».

Primera lectura

Lectura del primer libro de Samuel 8, 4-7. 10-22a

En aquellos días, se reunieron todos los ancianos de Israel y fueron a Ramá, donde estaba Samuel.

Le dijeron:

«Tú eres ya un anciano, y tus hijos no siguen tus caminos. Nómbranos, por tanto, un rey, para que nos gobierne, corno se hace en todas las naciones».

A Samuel le pareció mal que hubieran dicho:

«Danos un rey para que nos gobierne».

Y oró al Señor.

El Señor dijo a Samuel:

«Escucha la voz del pueblo en todo cuanto te digan. No es a ti a quien rechazan, sino a mí, para que no reine sobre ellos».

Samuel transmitió todas las palabras del Señor al pueblo que le había pedido un rey.

Samuel explicó:

«Este es el derecho del rey que reinará sobre vosotros: se llevará a vuestros hijos los para destinarlos a su carroza y a su caballería, y correrán delante de su carroza. Los destinará a ser jefes de mil o jefes de cincuenta, a arar su labrantío y segar su mies, a fabricar sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará a vuestras hijas para perfumistas, cocineras y panaderas. Se apoderará de vuestros mejores campos, viñas y olivares, para dárselos a sus servidores. Cobrará el diezmo de vuestros olivares y viñas, para dárselo a sus eunucos y servidores. Se llevará a vuestros mejores servidores, siervas y jóvenes, así como a vuestros asnos, para emplearlos en sus trabajos. Cobrará el diezmo de vuestro ganado menor, y vosotros os convertiréis en esclavos suyos. Aquel día os quejaréis a causa del rey que os habéis escogido: Pero el Señor no os responderá».

El pueblo se negó a hacer caso a Samuel y contestó:

«No importa. Queremos que haya un rey sobre nosotros. Así seremos como todos los otros pueblos. Nuestro rey nos gobernará, irá al frente y conducirá nuestras guerras».

Samuel oyó todas las palabras del pueblo y las transmitió a oídos del Señor.

El Señor dijo a Samuel:

«Escucha su voz y nómbrales un rey».

Salmo 88, 16-17. 18-19

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:

caminará, oh, Señor, a la luz de tu rostro;

tu nombre es su gozo cada día,

tu justicia es su orgullo. R/.

Porque tú eres su honor y su fuerza,

y con tu favor realzas nuestro poder.

Porque el Señor es nuestro escudo

y el Santo de Israel nuestro rey. R/.