Evangelio 8 octubre: "María escogió la mejor parte"

San Lucas 10, 38-42

Redacción Religión

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Lee el evangelio y las lecturas del día de hoy 8 de octubre de 2019:

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra.

Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: «Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude».

El Señor le respondió: «Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará.»

Primera lectura

Lectura del libro de profeta Jonás 3, 1-10

En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: «Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar allí el mensaje que te voy a indicar».

Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla.

Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida».

Los ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: «Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban. Que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios, y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos».

Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.

Salmo 129

R/. Perdónanos, Señor, y viviremos

Desde el abismo de mis pecados clamo a ti;

Señor, escucha mi clamor;

que estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R/.

Si conservaras el recuerdo de las culpas,

¿quién habría, Señor, que se salvara?

Pero de ti procede el perdón,

por eso con amor te veneramos. R/.

Como aguarda a la aurora el centinela,

aguarda Israel al Señor,

porque del Señor viene la misericordia

y la abundancia de la redención;

y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R/.

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