EVANGELIO DEL DÍA

Evangelio 22 julio: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?"

San Juan 20,1.11-18

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El Evangelio del día 22 de julio de 2019 con las lecturas de hoy:

Lectura del santo Evangelio según san Juan 20,1.11-18

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?"

Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto".

Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?"

Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré".

Jesús le dice: "¡María!"

Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: 'Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro'".

María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto".

Primera lectura

Lectura del libro del Cantar de los Cantares 3,1-4a:

Así dice la esposa: "En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando al amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: "¿Visteis al amor de mi alma?" Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma".

Salmo 62,2.3-4.5-6.8-9 

R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,

mi alma está sedienta de ti;

mi carne tiene ansia de ti,

como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.

R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios

¡Cómo te contemplaba en el santuario

viendo tu fuerza y tu gloria!

Tu gracia vale más que la vida,

te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré

y alzaré las manos invocándote.

Me saciaré como de enjundia y de manteca,

y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

Porque fuiste mi auxilio,

y a la sombra de tus alas canto con júbilo;

mi alma está unida a ti,

y tu diestra me sostiene. R/.