“ Aprended de mí ”

Evangelio según san Mateo 11, 25-30; y comentario de José María Calderón, director de OMP

Evangelio del día 29-04
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Evangelio del día 29-04

Ana Palacios de Elías

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

 Primera lectura  

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1

5 — 2, 2

Queridos hermanos:

Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.

Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

 Salmo de hoy  

Salmo 102

1b-2. 8-9. 13-14. 17-18a R/

 Bendice, alma mía, al Señor

Bendice, alma mía, al Señor,y todo mi ser a su santo nombre.Bendice, alma mía, al Señor,y no olvides sus beneficios. R/

El Señor es compasivo y misericordioso,lento a la ira y rico en clemencia.No está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo. R/

Como un padre siente ternura por sus hijos,siente el Señor ternura por los que lo temen;porque él conoce nuestra masa,se acuerda de que somos barro. R/

La misericordia del Señor dura desde siempre y por siempre,para aquellos que lo temen;su justicia pasa de hijos a nietos:para los que guardan la alianza. R/

 Evangelio del día  

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11

25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:

«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.

Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».