"Jesús iba proclamando el Reino de Dios"
Evangelio según san Lucas (8,1-3) y comentario de José María Calderón, director nacional de OMP
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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Lucas 8,1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6,3-12
Querido hermano: Esto es lo que tienes que enseñar y recomendar. Si alguno enseña otra doctrina y no se aviene a las palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad, es un orgulloso y un ignorante, que padece la enfermedad de plantear cuestiones inútiles y discusiones sobre palabras; de ahí salen envidias, polémicas, blasfemias, malévolas suspicacias, altercados interminables de hombres corrompidos en la mente y privados de la verdad, que piensan que la piedad es un medio de lucro.
La piedad es ciertamente una gran ganancia para quien se contenta con lo suficiente. Pues nada hemos traído al mundo, como tampoco podemos llevarnos nada de él. Teniendo alimentos y con qué cubrirnos, contentémonos con esto. Los que quieren enriquecerse sucumben a la tentación, se enredan en un lazo y son presa de muchos deseos absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males, y algunos, arrastrados por él, se han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos.
Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de estas cosas. Busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado y que tú profesaste noblemente delante de muchos testigos.
Salmo de hoy
Sal 48, 6-8. 9-10. 17-18. 19-20 R/. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos
¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas,
si nadie puede salvarse
ni dar a Dios un rescate? R.
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente
sin bajar a la fosa. R.
No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él. R.
Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con la generación de sus padres,
que no verán nunca la luz. R.