"Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa"

san Mateo (9, 1-8)

"Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa"

Redacción Religión

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Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 1-8

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En esto le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo, hijo!, tus pecados te son perdonados». Algunos de los escribas se dijeron: «Este blasfema». Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados — entonces dice al paralítico —: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”». Se puso en pie y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Primera lectura

Lectura de la profecía de Amós 7, 10-17

En aquellos días, Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboan, rey de Israel: «Amós está conspirando contra ti en medio de Israel. El país no puede ya soportar sus palabras. Esto es lo que dice Amós: Jeroboán morirá a espada, e Israel será deportado de su tierra». Y Amasías dijo a Amós: «Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan, y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino». Pero Amós respondió a Amasías: «Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicomoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: “Ve, profetiza a mi pueblo Israel”. Pues bien, escucha la palabra del Señor: Tú me dices: “No profetices sobre Israel y no vaticines contra la casa de Isaac”. Por eso, esto dice el Señor: “Tu mujer deberá prostituirse en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán por la espada, tu tierra será repartida a cordel, tu morirás en un país impuro e Israel será deportado de su tierra”».

Salmo

Sal 18, 8. 9. 10. 11

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el precepto del Señor es fiel

e instruye a los ignorantes. R/.

Los mandatos del Señor son rectos

y alegran el corazón;

la norma del Señor es límpida

y da luz a los ojos. R/.

El temor del Señor es puro

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y enteramente justos. R/.

Más preciosos que el oro,

más que el oro fino;

más dulces que la miel

de un panal que destila. R/.

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