“Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos”

Evangelio según san Mateo (9, 35–10, 1.6-8) y comentario de José María Calderón, director de OMP

Redacción Religión

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Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (30,19-21.23-26)

 

 

Esto dice el Señor, el Santo de Israel:

«Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén,

no tendrás que llorar,

se apiadará de ti al oír tu gemido:

apenas te oiga, te responderá.

Aunque el Señor te diera

el pan de la angustia y el agua de la opresión

ya no se esconderá tu Maestro,

tus ojos verán a tu Maestro.

Si te desvías a la derecha o a la izquierda,

tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice: “Éste es el camino, camina por él”.

Te dará lluvia para la semilla

que siembras en el campo,

y el grano cosechado en el campo

será abundante y suculento;

aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas;

los bueyes y asnos que trabajan en el campo

comerán forraje fermentado,

aventado con pala y con rastrillo.

En toda alta montaña,

en toda colina elevada

habrá canales y cauces de agua

el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.

La luz de la luna será como la luz del sol,

y la luz del sol será siete veces mayor,

como la luz de siete días,

cuando el Señor vende la herida de su pueblo

y cure las llagas de sus golpes».

Palabra de Dios

Salmo

Sal 146,1-2.3-4.5-6

 

 

R/. Dichosos los que esperan en el Señor

V/. Alabad al Señor, que la música es buena;

nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

El Señor reconstruye Jerusalén,

reúne a los deportados de Israel. R/.

V/. Él sana los corazones destrozados,

venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas,

a cada una la llama por su nombre. R/.

V/. Nuestro Señor es grande y poderoso,

su sabiduría no tiene medida.

El Señor sostiene a los humildes,

humilla hasta el polvo a los malvados. R/.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,35–10,1.6-8)

 

 

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.

Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».

Entonces dice a sus discípulos:

«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.

A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:

«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».

Palabra del Señor

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