El ciego de Jericó

El ciego de Jericó
Madrid - Publicado el - Actualizado
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"Mira que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra. Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna". Las gentes del reino de Judá habían sido llevadas cautivas a Babilonia. Pero por medio de Jeremías, Dios promete el retorno aun a las personas más débiles y vulnerables (Jer 31, 7-9).
En nuestro tiempo son muchas las personas que han sufrido la deportación o han tenido que buscar refugio en otras tierras. El antiguo drama se repite. Y el Señor quiere ofrecer de nuevo una liberación integral para las personas y para los pueblos.
El salmo evoca el retorno del pueblo con una coplilla inolvidable: "Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas" (Sal 125). Es un hermoso canto a la esperanza.
LA DIGNIDAD DEL CIEGO
En la primera lectura de la misa de este domingo 30º del Tiempo Ordinario se anuncia la liberación de los más débiles, entre los que se menciona expresamente a los ciegos. Pues bien, en el evangelio se recuerda la figura de un ciego que pide limosna en el camino de Jericó y atrae la atención de Jesús (Mc 10, 46-52).
Y LA MISIÓN DEL DISCÍPULO
Esos discípulos que acompañan a Jesús parece que no han comprendido todavía su misión. En lugar a acercar los pobres a Jesús tratan de impedirles al acceso. Sin embargo, el mismo Jesús les ayuda descubrir la misión que les ha confiado. Por eso dirigen al ciego tres advertencias que serán modélicas para la comunidad: "Ánimo, levántate, que él te llama".
Señor Jesús, agradecemos que nos hayas elegido como discípulos y nos hayas llamado a seguirte. Tú sabes que tratamos de compartir contigo nuestra vida. Pero algunas veces parece que hemos perdido la sensibilidad para descubrir las necesidades de los que se encuentran al borde del camino. Ayúdanos a comprender su vulnerabilidad. E inspíranos los gestos adecuados y las palabras justas que puedan infundirles la verdadera esperanza. Amen.