La historia de las cinco hermanas que entregaron su vida a Dios: "Fue una sorpresa para la familia"
Amada de Jesús, Jordán, Francesca, Ruth María y Nazaret ingresaron en el instituto 'Iesu Communio' en un plazo de dos años: "Nunca habíamos hablado entre nosotras esta llamada"
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Amada de Jesús tiene otras cinco hermanas y un hermano. Hasta ahora nada especial. Hace trece años sintió la llamada de Dios para llevar una vida contemplativa y entregada a Él. La particularidad es que cuatro de sus hermanas también recibieron la llamada, concretamente Jordán, Francesca, Ruth María y Nazaret.
Todas ellas recibieron la llamada a la vida religiosa en el Instituto Iesu Communio, cada una en un momento distinto: “Fue una sorpresa para la familia que el Señor nos llamara a cinco hermanas en un espacio de tiempo de apenas dos años”, explica Amada de Jesús, quien ejerce de “portavoz” a la hora de contar la historia en el canal de Youtube del instituto religioso.
La primera en recibir la llamada fue Jordán, lo que constituyó toda una revolución entre los miembros de la familia. Un año más tarde hicieron lo propio Amada de Jesús y Francesca. Solo dos meses después fue el turno de la mayor de las hermanas, Ruth María. Finalmente ingresaría Nazaret, quien sintió miedo en un primer momento: “Cuando ella intuyó que el Señor también la estaba llamando, no podía entender que Dios las eligiera a todas".
Lo curioso es que entre ellas jamás habían manifestado de manera abierta “su sed de que el Espíritu Santo suscitaba en nosotros”.
Amada de Jesús ha relatado que, desde pequeña, su relación con el Señor era sencilla: “Supe que me quería, y aquello me llenaba de alegría”. Cuando la joven fue creciendo, pensaba que una vida como consagrada implicaba renunciar a ser mujer, esposa y madre. Tres facetas de las que no quería desprenderse en aquellos años.
“Yo quería buscar un hombre para formar una familia. Era el motor de mi vida, amar y ser amada casándome y teniendo hijos”. Todo cambió cuando visitaron la parroquia algunas hermanas del instituto Iesu Communio, que Amada de Jesús vivió con esperanza y alegría: “Las veía muy alegres, aliviadas del sufrimiento. Fue un encuentro en los que las hermanas, desde su experiencia de sanación, transmiten lo que Jesús ha hecho en ellas”, explica la hoy monja.
Tiempo después, Amada de Jesús estudió Magisterio de Educación Especial, donde tuvo la oportunidad de conocer de cerca el sufrimiento real de aquellas personas con capacidades diferentes: “Son chicos que se dejan amar y aman. Todo es amor en ellos”.
Una experiencia muy dura para nuestra protagonista fue cuando a uno de los chicos con daño cerebral sufrió un accidente y recibió el alta: “Ahora puede andar y llevar una vida más o menos normal. Yo no podía dejar de pensar en cómo había esa persona encajado lo que le había ocurrido, quién le permitía sanar sus heridas. Para mí, la respuesta era la respuesta contemplativa”.
De manera progresiva, el Señor fue enamorando a Amada de Jesús: “Fue cuando fui a hablar con la Madre, para saber si esto era de verdad o me lo había inventado. Me fue enamorando y solo puedo vivir para Él. La fecundidad de mi vida es Él”.
Trece años después, asegura que merece la pena: “El don de la consagración es incomparable. Siento que me quiere muchísimo y soy amada por Él gratuitamente”, reflexiona.