La ley y los profetas

La ley y los profetas

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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"No maltratarás ni oprimirás al emigrante? No explotarás a viudas ni a huérfanos? Si prestas dinero, no serás un usurero". He ahí tres preceptos negativos, contenidos en el Código de la Alianza, que parecen traducir a acciones concretas los grandes ideales que se encontraban en el Decálogo.

Junto a esas prohibiciones se incluye un mandato positivo: "Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, y ¿dónde, si no, se va a acostar?". Esas cuatro líneas de conducta que ofrece la ley antigua apelan a un motivo supremo: porque Dios es compasivo (Ex 22, 20-26).

En otros cuatro trazos, san Pablo resume el espíritu de la nueva ley; abandonar a los ídolos, volverse a Dios, servirle y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús. También estas exhortaciones apelan a un motivo supremo: creer que Jesucrito ha resucitado de entre los muertos y nos libra del castigo futuro (1 Tes 1, 5-10).

DOS NORMAS DE VIDA

En el evangelio del domingo pasado leíamos que los fariseos y los herodianos dirigían a Jesús una pregunta sobre el tributo que imponía Roma. En el evangelio de hoy leemos otra pregunta que un fariseo y doctor de la ley le dirige a Jesús. También él lo reconoce como Maestro y quiere saber su opinión sobre el mandamiento principal de la Ley (Mt 22, 34-40).

ADORACIÓN Y FRATERNIDAD

Entre los más de seiscientos preceptos que se contienen en la Ley de Moisés, los expertos se preguntaban cuál sería el gancho del que se podrían colgar todos los demás. El texto pone en boca de Jesús una conclusión que parece escogida para responder a esa cuestión: "En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los profetas".

Señor Jesús, tú eres el Maestro que nos orienta hacia el bien. Con tu palabra nos has recordado el doble mandamiento del amor. Y con tu compasión y tu muerte nos has revelado el modo de amar a Dios nuestro Padre y a todos nuestros hermanos. Gracias, Señor.