La oración del día: Epifanía del Señor

Si el día 25 de diciembre acudían los pastores del pequeño pueblecito a adorarle, hoy se pone de relieve la universalidad de la Fe, que viene a todos los hombres

La oración del día: Epifanía del Señor

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Hoy es la Solemnidad de la Epifanía del Señor, también conocida como el Día de Reyes, que muestra ese Misterio Salvífico. Será San Mateo en el Evangelio de la infancia quien relatará la llegada de unos Magos de Oriente que preguntaron en Jerusalén por el Rey de los judíos, cuya estrella habían visto en sus lugares de origen.

Cuando llegan a la Ciudad Santa, se encuentran con el rey Herodes y todo el pueblo sobresaltados ante tal noticia. Las dificultades no terminan porque el monarca oculta sus intenciones y les manda a averiguar dónde vive el Niño para adorarle él después. Su camino tendrá la recompensa de encontrar el Portal de Belén, donde le ofrecen los dones de oro como Rey, incienso como Dios y mirra como hombre.

De esta forma el Verbo hecho carne que ha plantado su tienda entre nosotros, muestra que si el día 25 de diciembre acudían los pastores del pequeño pueblecito a adorarle, hoy se pone de relieve la universalidad de la Fe, que viene a todos los hombres. La Sagrada Escritura dice en el Antiguo Testamento que los reyes de Saba y Arabia llegan trayendo regalos. Y San Pablo, en sus Cartas señalará que también los gentiles son coherederos de la Gloria que se nos ha manifestado.

El Dios hecho Hombre se ha mostrado a los demás países de la tierra, sirviéndose de una estrella. Los Magos ofrecen sus dones al Rey y se llenan de alegría después de que la propia señal del Cielo les guía hasta la meta que buscaban. Serán también los Santos Padres de la antigüedad y, sobre todo, San Beda el Venerable, que estos tres personajes venidos de lejanas tierras representan a la totalidad de la humanidad y a las distintas razas existentes.


Oración

Señor Jesús: que a imitación de los Magos de Oriente

vayamos también nosotros frecuentemente

a adorarte en tu Casa que es el Templo

y no vayamos jamás con las manos vacías.

Que te llevemos el oro de nuestras ofrendas,

el incienso de nuestra oración fervorosa,

y la mirra de los sacrificios que hacemos para permanecer fieles a Ti,

y que te encontremos siempre junto a tu Madre Santísima María,

a quien queremos honrar y venerar siempre

como Madre Tuya y Madre nuestra.

Amén.