La oración del día: Santa Lucía de Siracusa
Es abogada y protectora en las enfermedades de la vista
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El calendario nos propone hoy a una de las Santas más populares en la tradición cristiana: Santa Lucía. Procedente de una familia rica, nace hacia el año 283. La ascendencia de sus padres es greco- romana.
Su madre, sufrirá durante mucho tiempo una hemorragia, buscando por todos los medios la curación de dicha dolencia. Para conseguirlo marcha en peregrinación a Catania en Siracusa. Allí reposaban las reliquias de Santa Águeda, que había sufrido el martirio tiempo atrás. Su vida, relatada por las Actas martiriales, había sido centro de atracción para muchos cristianos. Lucía, por su parte, ya había hecho voto de consagración perpetua al Señor desde su Fe a imitación de Águeda hacia la que tenía gran devoción.
Concedido el milagro, Lucía aprovecha para repartir los bienes entre los pobres, con el debido permiso de su madre. Sin embargo, el joven con el que se había comprometido sin darse cuenta de lo que ello suponía, le denuncia por su condición de cristiana. Así tiene ocasión de dar testimonio primero de palabra, y con gran firmeza, al no renegar de Cristo, su Verdadero Esposo, al que se había consagrado.
Conducida ante el Prefecto, milagrosamente no la logran mover de allí cuando intentan manchar su dignidad. Posteriormente, la llevaron a la hoguera, pero tampoco surtió efecto el suplicio, muriendo, finalmente bajo la espada. Es abogada y protectora en las enfermedades de la vista. Su nombre está incluido en el Canon Romano, que es la Plegaria I que se encuentra en el Misal Romano.
Oración
¡Oh bienaventurada y amable Santa Lucía!, universalmente reconocida por el pueblo cristiano como especial y poderosa abogada de la vista; llenos de confianza a ti acudimos pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana y que el uso que hagamos de nuestros ojos sea siempre para bien de nuestra alma, sin que turben jamás nuestra mente objetos o espectáculos peligrosos, y que todo lo sagrado o religioso que ellos vean se convierta en saludable y valioso motivo de amar cada día más a nuestro Creador y Redentor Jesucristo, a quien, por tu intercesión, oh protectora nuestra, esperamos ver y amar eternamente en la patria Celestial. Amén