Andrés Dun-Lac y mártires vietnamitas, rescatados por la Sangre de Cristo

Andrés Dun-Lac y mártires vietnamitas, rescatados por la Sangre de Cristo

Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el

2 min lectura

En El Te Deum se canta: “A Tí Señor te alaba el blanco Ejército de los mártires”. En ese blanco ejercito se encuentran San Andrés Dun-Lac y sus compañeros mártires vietnamitas, que recordamos hoy. Vietnam es un país en el que la Fe llegó como una llamita incipiente gracias al trabajo del Padre Alejandro Rhodes, un jesuita que predicó el Evangelio en un país divivido por entonces en tres zonas: Tonkin, Annam y Cochinchina.

Como las turbulencias y el signo de contradicción no pueden faltar, este sacerdote y varios religiosos que había, fueron expulsados. Posteriormente fueron readmitidos y, de nuevo, les echaron. Se trataba de pequeños periodos de paz donde el conflicto ganaba terreno a la armonía. En ese clima nace Andrés Dun Lac, concretament en el año 1795. El hogar era muy pobre y no se podían permitir muchas comodidades.

Por eso los padres confiaron el cuidado y edcuación del hijo aun catequista católico que le formó en la Fe cristiana y en la vida. La forma de ser del maestro le hizo vivir tan profundamente que se sintió llamado al sacerdocio. Una vez ordenado fue un pastor muy sencillo, sobrio, profundamente espiritual y preocupado de los pobres, necesitados y personas sin recursos para subsistir. En 1833 es detenido, pero apgan un rescate por él y es liberado.

Para evitar problemas se cambia el apellido, conservando el nombre de Andrés. No obstante le asignan los lugares más peligrosos de cara a la persecución. Una segunda vez le detuvieron y liberaron hasta que a la tercera vez comprendió que Dios le pedía sacrificar su propia vida por Él y por los demás. Y así lo asumió. Cuando iban a pagar de nuevo un rescate por él, pidió que no lo hiciesen. Entonces fue llevado a prisión e invitado a rechazar la Cruz. Como no lo hizo, San Andrés Dun Lac, fue condenado ser decapitado.

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