Corpus Christi, Jornada Eucarística más brillante que el sol

Lo más maravilloso de Dios es quedarse con nosotros especialmente en el Sagrario. En este IX Domingo del Tiempo Ordinario, celebramos la precisamente la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Cuenta el Evangelio que el día antes de dar la vida por todos, el Señor Jesús, tomo el pan y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed. Esto es mi Cuerpo”. Después tomando el cáliz, lo pasó nuevamente a los discípulos y les dijo: “Tomad, bebed. Esta es mi Sangre".

Os aseguro que no beberé más del fruto de la vid, hasta que lo beba con vosotros en el Reino del Padre”. Y también les encargó: “Haced esto en memoria Mía”. Así instituyó el Sacramento Eucarístico como Memorial. De modo que Cristo está presente todo entero en el Santísimo Sacramento del Altar, en todas sus partes y partículas, con su Cuerpo y con su sangre. Con su Alma y su Divinidad. Así lo profesamos como Dogma de Fe.

Por eso, cada vez que coméis de este Pan y bebéis de este Cáliz, anunciáis la Muerte y Resurrección del Señor hasta que Él vuelva. Los orígenes se remontan al año 1124 en la Abadía belga de Cornillón. Allí la monja agustina Santa Juliana promueve un movimiento eucarístico que dará lugar a la Exposición del Santísimo. El obispo de esa Diócesis instaura una fiesta eucarística que tendrá su repercusión en toda la cristiandad.

Por otro lado, es el caso de Orvieto en Italia, un sacerdote pone en duda la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía y la Hostia Sagrada sangra empapando el Corporal. El Papa Clemente V impresionado por el hecho promulga en el Concilio de Viena el año 1311 un Decreto para difundir esta celebración. Juan XXII, instaura el Corpus Christi. Esta celebración se fijó para el jueves siguiente a la Trinidad y en España se trasladó desde 1989 al domingo posterior.