Madrid - Publicado el
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Cada día somos llamados a ser Iglesia Viva y evangelizadora, desde las Columnas de la Fe en honor de quienes hoy conmemoramos la Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo. Tal y como cuenta la Tradición, San Pedro predicando desde Jerusalén llegó hasta Roma. Una vez allí fue apresado durante la persecución de Nerón, tras el incendio de la Capital del Imperio. Morirá crucificado cabeza abajo por no ser digno de ser ajusticiado como su Maestro.
Todo ello tiene lugar en la Colina Vaticana. Cuando terminó la persecución, Constantino levantó una Basílica el año 323, aprovechando una pequeña Iglesia que se alzaba tras haber sido un monumento funerario en honor del Pescador. Con el paso de los tiempos fue hecha una gran Basílica obra de Brunelleschi y Bramante, entre otros y que es el lugar donde se sitúa la Cátedra de Pedro como Vicario de Cristo.
El Papa Urbano VIII fue el que le hizo la consagración y Dedicación definitiva en el año 1626. El lugar tuvo algún tiempo de abandono como fue el Cisma de Avignon donde los Pontífices se fueron a Francia hasta retornar a la Ciudad Eterna. Allí fijaron la residencia en el Vaticano, si bien, tiempo atrás vivían en San Juan de Letrán al ser la Catedral del Obispo de Roma. Se trata de la Basílica más importante del mundo. En el caso de San Pablo Extramuros la historia nos sitúa en la decapitación de San Pablo en ese lugar.
Cuando fue pasado por la espada se cuenta que la cabeza del Apóstol de los Gentiles dió tres botes y en cada uno de ellos surgió una fuente. Los emperadores Valentiniano y Teodosio fueron los que levantaron la Basílica arrasada por un incendio y que, gracias a las limosnas de muchos fieles, se reconstruyó quedando como la vemos en nuestros días. Ambas Columnas de la Iglesia se celebran en el mismo día y lo mismo ocurre con los Templos en su honor