Domingo de Resurrección: la llegada del Hombre Nuevo

Cuando el hombre logra el objetivo propuesto ve que ha merecido la pena para alcanzar la meta. Eso es lo que pasa en este Día de días. Porque hoy es Domingo de Pascua. Se trata de la Fiesta de fiestas porque Cristo ha Resucitado. La Vigilia de anoche, como la Madre de todas las Celebraciones marcó el incio de este Ciclo Glorioso. En ella se entronizó en el Lucernario el Cirio símbolo de Cristo Resucitado. Se leyeron las lectura del Antiguo Testamento que prefiguran que con Cristo fuimos sepultados para nacer a la Vida Eterna.

Con el Rito de la Bendición y aspersión del Agua se evoca nuestro Bautismo. Por ello se renuevan las promesas bautismales. Al mismo tiempo se bautizan los catecúmenos que se han preparada para este Momento Santo. Tal y como cuenta el Evangelio, al alborear del Domingo María Magdalena fue corriendo a avisar a los Apostoles que se habían llevado el Cuerpo del Señor y no sabían dónde lo habían puesto. Asombrados ellos también van dos a ver lo que ha sucedido.

Son Pedro y Juan que se llama a sí mismo el “discípulo a quien Jesús tanto quería”. Este corría más que el pescador y llegó antes. Sin embargo cuando llegó al lugar se quedó fuera. Entonces le alcanzó Simón que entró primero dada la dignidad que el Señor el había conferido. Era curioso: La piedra del Sepulcro estaba removida y por eso podían entrar sin dificultad. También era llamativo que el sudario y las vendas estaba bien envueltas y no liadas de forma inesperada como cuando se roba un cadáver.

Juan vio y creyó y ambos recordaron y comprendieron que había anunciado su Resurrección de entre los muertos. Las tres mujeres que fueron en la madrugada sintieron un terremoto impresionante y los guardias que vigilaban estremecidos. Unos ángeles les anunciaron la Resurrección y cuando fueron alegres por el anuncio descubrieron al propio Resucitado que les llenó de alegría y les indicó que fuesen a comunicarlo a los demás.