Celebración Litúrgica de la Encarnación del Señor, Tiempo de Pascua y de Vida

Cada vivencia del Año Litúrgico está entrelazada. Hoy celebramos la Encarnación del Señor, Solemnidad cuyo día es propiamente el 25 de marzo, pero al coincidir con el Lunes Santo y la Semana siguiente ser Octava de Pascua, la celebración litúrgica se ha trasladado a este lunes, 8 de abril. “Establezco hostilidades entre ti y la Mujer. Entre tu estirpe y la Suya. Ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón”.

Así prometía Dios la salvación al género humano en el Paraíso, en el Edén. Esta promesa de Redención se hizo realidad al cumplirse la Plenitud de los tiempos cuando envió Dios a su Hijo, nacido de Mujer para rescatar a los que estaban bajo el peso de la Ley y recibir el don de ser hijos por adopción. Es San Lucas el evangelista el que nos cuenta cómo el Señor envía al Arcángel San Gabriel a Nazareth de Galilea.

El envío del mensajero Divino es para ofrecer a una Virgen de nombre María desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David el ser su Madre. El Plan de la Providencia es concebir un Hijo por obra del Espíritu Santo al que llamará Jesús, cuyo Reino no tendrá fin. Será Grande y será llamado Hijo del Altísimo. Prueba de todo esto es que su pariente Isabel, que era estéril, ha concebido un hijo y ya está de seis meses.

María acepta desde la sencillez y la confianza en el Cielo, proclamándose la Esclava del Señor. Así comienza el designio salvífico sobre el hombre, tal y como hemos vivido estas pasadas jornadas con los Misterios Centrales de nuestra Fe. De hecho, La Encarnación es el Tercer Misterio más importante después de la Resurrección y Pentecostés ya que si se encarna y nace el Verbo es para morir y resucitar. Coincidiendo con este día de la Anunciación se celebra la Jornada por la Vida.