SANTORAL 20 NOV
El hombre que rescataba prisioneros para Dios
San Félix de Valois puso en marcha los Trinitarios junto a San Juan de Mata. Hoy, su legado es la Pastoral Penitenciaria. ¿Conoces la historia?
Madrid - Publicado el
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No siempre hay muchos datos de los Santos que celebramos cada día. Pero lo importante es el testimonio de su buen hacer y la huella que han dejado dentro de la marcha de la Iglesia. El caso de San Félix de Valois que celebramos hoy es ejemplo de ello.
Su nacimiento se desconoce aunque muchos biógrafos lo sitúan en el siglo XI en Francia. Puede ser que ese apellido, Valois, estuviese relacionado con la realeza francesa y procediese de las altas esferas. Pero lo cierto es que algún tiempo sí estuvo imbuido de las cosas del mundo. Sin embargo, a medida que pasaban los años, reflexionó sobre la pobreza de espíritu que pide Cristo en el Evangelio.
También recordó el consejo al joven rico donde le pide que si quiere ser perfecto vendiese cuanto tiene para dárselo a los pobres y tener así un tesoro en el Cielo. Por ese motivo, piensa que lo mejor es retirarse a orar en la soledad y la contemplación. Lo hizo siguiendo el estilo de aquellos anacoretas y ermitaños de otras épocas, como el caso de San Antonio, abad.
El lugar que más le cuadraba era un bosque llamado Gandelu, situado en el pueblecito de Cerfroid, Diócesis de Soissons. La vida parecía concluir ahí para Félix. No obstante, la realidad fue por otro camino. Como de costumbre, los planes de Dios van por delante. Y es que, por casualidad, se encuentra allí con uno de sus discípulos que también llegaría a la Santidad: San Juan de Mata.
Juan siente una llamada a crear un nuevo modo de santificación, un nuevo carisma y le pide ayuda a su maestro. Entonces ambos forjan los religiosos de la Orden de la Santísima Trinidad, también llamados de forma más popular los Trinitarios. Su cometido son aquellos que se encuentran cautivos. Junto a los Mercedarios, se dedicaban al rescate de los prisioneros en tierra de infieles. Ambos marchan a Roma para pedirle al Papa la aprobación. Félix muere en el año 1212 y su carisma perdura, hoy dedicado a la Pastoral penitenciaria.