San Clemente Romano, mártir de fidelidad
Madrid - Publicado el
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Los primeros tiempos de la Comunidad Eclesial estuvieron marcados por el derramamiento de sangre en el martirio de los que seguían el Camino de la Fe cristiana. Hoy también nos vamos a los primitivos tiempos de la Iglesia con el Papa San Clemente I, llamado también Clemente Romano. La Comunidad de Corinto había dado grandes motivos de alegría por su florecimiento, fruto de la predicación del Apóstol San Pablo.
Pero de la misma forma tuvo sus sombras contra las que el propio Saulo tuvo que reaccionar cuando no tuvo más remedio que hacerlo. Posteriormente habría más dificultades a las que hubo de enfrentarse Clemente I. El Pontífice envío una carta excelente por mediación de Claudio Efebo, Valerio y Fortunato. En ella propone, la caridad fraterna como el único remedio para salvar las divisiones y poder alcanzar la unidad entre todos.
Su Papado al frente de la Iglesia duró diez años y es el tercer sucesor de Pedro después de Lino y Cleto. Su nombre también se halla incluido en el Canon Romano y aparece en algunos calendarios. Emparentado según las actas con los nobles del Imperio, no faltan aquellos que aseguran que procede de familia pagana convertida al cristianismo. Lo cierto es que conoce perfectamente las Sagradas Escrituras y que posee un gran espíritu de oración.
Cuando es apresado por als autoridades, es obligado a apostatar de la Fe. Él como Vicario de Cristo y Sucesor de Pedro se niega a cumplirlo reafirmándose en su seguimiento del Dios Único y Verdadero. El Papa San Clemente muere mártir el siglo I. Morirá con una piedra atada al cuello y arrojado al mar. Esto lo hacen las autoridades romanas para evitar que se le recuperase. Sin embargo una ola le devuelve a la orilla. San Cirilo y San Metodio recuperaron sus reliquias y las llevaron a Roma.