Madrid - Publicado el
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Nos encontramos en una semana ubicada en un mes donde suena a la Virgen del Carmen y la impronta que rodea a esta hermosa Advocación. Y es que si el domingo pasado recordábamos a la Reina del Monte Carmelo, hoy conmemoramos a San Elías, pilar importante en la Orden. La Sagrada escritura recoge los hechos de su vida en el Libro de los Reyes. Su nacimiento se sitúa en el año 900, antes de Cristo.
El ejercicio del ministerio coincide con el momento en el que Israel ha empezado su división entre el Reino del Norte con capital en Samaría y el Reino del Sur que gira en torno a Jerusalén. Este profeta se encuentra con una situación delicada, porque reina Ajab que ha contraído matrimonio con la cananea Jezabel. Esta ha llenado el Pueblo Elegido del dios Baal y demás ídolos extranjeros. Cuando Elías les reta a comprobar quién es el Dios Verdadero y comprueban que es Yavé, mata a los profetas idólatras.
Entonces la reina le persigue a muerte. Él sube al Monte Horeb y allí se encuentra con el Señor que le devuelve la esperanza perdida para que siga ejerciendo de profeta ante una comunidad judía hundida. Una vez que baja de la montaña se aloja en casa de una pobre viuda de Sarepta, a la que, en premio de su acogida, sana a su hijo. En otra ocasión, situado en el Monte Carmelo pide a su criado que salga de la gruta al exterior con la mirada puesta en el mar.
Este no ve nada hasta que a la séptima vez divisa una nubecilla como la palma de su mano que sube de las aguas hacia el Cielo. En ella se ha visto la prefiguración de este Título en honor de la Virgen. Ahí se asentaron los primeros carmelitas, y de ahí su nombre. Tras escoger como sucesor suyo a Eliseo por orden divina, San Elías no muere, sino que un carro de fuego le arrebata y le sube al Cielo. Aparecerá junto a Moisés conversando con Cristo en el Tabor en la Trnasfiguración.