San Isidoro de Sevilla, testigo de la Sabiduría Inagotable

Redacción Religión

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Leemos en la Sagrada Escritura “Aprendí la Sabiduría y la reparto sin malicia, porque es un Tesoro Inagotable”. Hoy, Viernes de la IV Semana del Tiempo de Pascua, celebramos la Fiesta de San Isidoro de Sevilla, que profundizó en la Sabiduría sentada a la derecha del Padre y cuya Encarnación y Redención fue anunciada por los profetas. Nacido en Cartagena el año 556, es hijo de padre de ascendencia romana.

También estaba emparentado con la monarquía visigoda. Hermano de los también santos Leandro, Fulgencio y Florentina, pronto quedará huérfano de padre. Ellos tendrán que luchar por salir adelante. Leandro se hará cargo de los otros tres al ser el mayor, tratándoles con gran dureza, lo que hace que Isidoro se escape de casa. Durante su vivencia al margen de sus familia, recapacita para rehacer su existencia.

Al volver por propia voluntad con sus hermanos, es llevado a un Monasterio, donde se afianzará en el estudio, ya que poseía una gran capacidad de sabiduría. Fruto de su sapiencia, escribe “Las Etimologías”, un libro que recoge todos los misterios del saber, constituyendo un auténtico manual de consulta al que accedían los hombres más prestigiosos del Medievo y el Renacimiento. También escribió biografías de hombres ilustres, recopilando estudios sobre las ciencias y las artes.

Ayudó a su hermano Leandro como Obispo de Sevilla, sucediéndole después en el gobierno de la Iglesia Hispalense. Su principal preocupación fue la formación intelectual y espiritual del clero. Entre sus lecturas favoritas se encontraban las de San Agustín o San Gregorio Magno, y entre sus discípulos se encuentra San Ildefonso de Toledo. San Isidoro de Sevilla muere el 4 de abril del año 636, siendo declarado Doctor de la Iglesia en el año 1722.

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