Madrid - Publicado el
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La educación siempre ha sido uno de los anhelos del Señor para el hombre, completando su Obra Redentora. Hoy celebramos a San José de Calasanz, quien profundizó desde su carisma en la educación para el desarrollo integral de la persona. Nacido en Peralta de la Sal (Huesca) en torno al año 1557, su madre le educa en la más tierna devoción a la Virgen y el odio al pecado, el que le puede destrozar alma y cuerpo, como dice el Señor.
Tras cursar los estudios de Filosofía y Teología entre Lérida y Valencia, huye de algunas situaciones que le hacen peligrar su vocación, alentado por el Espíritu Santo y ordenándose sacerdote en Barbastro. Pronto marcha a Barcelona donde se Doctora en Teología, trasladándose poco tiempo después a Roma. El Papa San Pío V saca a la luz el Catecismo según las directrices del Concilio de Trento y José se convierte en un entusiasta propagador de la Fe, sobre todo, con los niños necesitados.
Así surgen las Escuelas Pías -popularmente denominados Escolapios-, cuyos primeros seguidores funcionan sin ninguna normativa fuera de la autoridad moral del Fundador, hasta que el Papa Pablo V haga de ella una Congregación de votos simples, y Gregorio XV la convierte en Orden, nombrando al propio iniciador como General. Todo el Continente Europeo vio cómo los Escolapios se extendían, con especial incidencia en Italia, España y Austria.
Después de esto inicios, surgieron dificultades con uno de los miembros de la nueva Orden, hasta el punto de quedar relegado como General el propio Fundador -San José de Calasanz- que volvería a ser restablecido con grandes dificultades hasta el momento de su muerte ocurrida en el año 1648. Estas dificultades muestran la Mano de Dios ante su obra, salpicada muchas veces de persecución para probar su genuinidad.