San José Sánchez del Río, soldado mártir de paz

Recuerda San Pablo que ni el peligro, ni el hambre, ni la espada podrán apartarnos de Dios. Y añade que en esto fácilmente hemos vencido en Aquel que nos ama: Cristo. Así lo vivió el niño José Sánchez del Río que celebramos hoy. Nacido en México en el año 1928, su familia es profundamente cristiana. Dada la persecución contra la Iglesia, él resaltó en mayor medida su condición de creyente como testimonio.

Incluso dijo a su madre que si nunca hubiera sido tan fácil ganarse el Cielo como en ese momento, él quería vivir esa oportunidad que el Señor le brindaba. Por entonces se va a buscar al General que dirigía el ejército cristero. Y de la misma forma que David es despreciado por el rey Saúl para luchar contra Goliat, él también se siente arrinconado por el militar. No obstante muestra tal valentía, que pasa a las filas. Ya ha dicho que siquiera para servir de criado a cuaquiera de los soldados.

Un día caen en una emboscada portagonizada por secuaces del Gobierno. Viendo que el jefe militar al que servía sufre la pérdida de su caballo porque le han matado en la contienda, él debe actuar de manera caballerosa. Entonces se baja de su montura y se la ofrece al General agraviado. Cuando este le dice que no, él insiste diciéndole que a él no le hace falta su caballo, así que gustosamente se lo da.

Al final se lo acoge con generosidad. Pero en ese contratiempo los secuaces gubernamentales le detienen a él junto a otro compañero. Entonces es llevado al diputado Rafael Picazo que, casualmente, había sido el padrino de Primera Comunión de José. Cuando le vio, trató de apartarle del camino osequiándole con un billete para que s efuese de allí. Pero él se negó. Por eso fue condenado a muerte. Tras muchos suplicios José Sánchez del Río fue asesinado.