San Lázaro: amigo y hospedero del Mesías

Toda festividad importante siempre tiene un Octavario o una novena que prepara a la Grandeza del día. Y en este caso son los preparativos a la Solemnidad del Nacimiento del Mesías. Desde ayer se iniciaba esta Novena y hoy empiezan los días grandes de las antífonas que exclaman admirados al Señor de Israel y al Cetro de David. Además el origen de este Novenario se encuentra en el religioso español Fray Fernando de Jesús Larrea, inspirándose en las viejas profecías de Isaías.

Esto ocurrió en el siglo XVIII. Y en el siglo XIX la religiosa María Ignacia actualizó los textos al francés. Y hoy, la Iglesia nos presenta la figura de San Lázaro. Todos los datos que de él tenemos nos vienen del Evangelio según San Juan. Cuenta el hijo de Zebedeo cómo un cierto Lázaro de Betania se había puesto enfermo, identificando a María como la que ungió los pies de Cristo con ungüento. 

Su hermano Lázaro era el enfermo. Entonces las hermanas mandaron recado a Jesús diciendo: “Señor, aquel a quien amas está enfermo”. Jesús, entonces, dijo: “Esta enfermedad, no acabará en la muerte sino para dar Gloria a Dios y para que el Hijo sea Glorificado en ella”. Jesús, amaba a Lázaro y sus hermanas y, al enterarse de la enfermedad, se quedó todavía dos días más. Cuando iba allí, los discípulos le retenían al ver el odio de los judíos que, pocos días antes le intentaron apedrear.

Entonces fue cuando les habló claramente de la muerte de Lázaro. Al llegar a Betania, Marta se le echó a los pies llorando:”Señor, si hubieses estado aquí no habría muerto mi hermano, pero aun así, sé que lo que pidas a Dios, Él te lo concederá”. “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en Mí aunque haya muerto vivirá. Y todo el que vive y cree en Mí no morirá para siempre”. Tras resucitarle a la vista de muchos testigos, los fariseos, reunidos en el Sanedrín, deciden matar a Cristo y eliminar a Lázaro también porque, por su culpa, muchos se convierten.