San Mauro

Desde pequeño será educado e instruido por San Benito, cuya impronta se le quedó grabada en el alma y sería su constante siempre

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Jesús Luis Sacristán

Madrid - Publicado el

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Muchos Santos han buscado desde un principio conocer un poco más los misterios recónditos de Dios. De esta forma han abrazado la vida contemplativa. Hoy recordamos a San Mauro, que vivió en el silencio orante y el trabajo de sus manos. Nace en Roma el año 511 y desde pequeño será educado e instruido por San Benito, cuya impronta se le quedó grabada en el alma y sería su constante siempre.

Esto le abre camino para ingresar en la Orden Benedictina, llegando a ser Abad y fundador de diversos monasterios en Francia. Es grande su Santidad de vida. De hecho, muchas son las curaciones milagrosas que realiza, viendo en él los demás un Taumaturgo, es decir un hombre bueno cuya trayectoria era acreditada por Dios con esos signos milagrosos.

Tampoco se pueden pasar por alto sus conversaciones con el conde Gaidulfo, enemigo acérrimo de los monjes franceses y al que poco a poco va cambiando su forma de ser en una situación más benevolente. Todo esto repercute, igualmente, en su espíritu penitencial que le acompaña todo el tiempo, y gracias al cual se preparará para una muerte santa y digna. Así ve las cosas desde el prisma de la Divina Providencia. Muere el 15 de enero del año 583. La veneración que se tributa a sus reliquias en Extremadura, data de tiempos inmemoriales.

Ya en el Sínodo de 1501, se manda celebrar a este santo, cuyo sepulcro se halla en Almendral. Parte del Relicario de San Mauro se encuentra en la Catedral pacense.

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