San Severo: el Santo que se puso de parte de Cristo muriendo mártir

Es fácil seguir la Fe cuando la vida sonríe, cuando todo se pone de parte de uno. De la misma forma que es fácil llevar la Cruz cuando es un colgante al cuello. Pero cuando esta viene en forma de dificultades y persecuciones, la cosa cambia. Hoy es precisamente la festividad de San Severo. Dentro de la provincia tarraconense donde evangelizan discípulos de San Pablo, Severo se sitúa en Barcelona.

Las actas del martirio dan fe del derramamiento de su sangre por Cristo. Por entonces, Diocleciano se ensaña contra la Iglesia, contando con la ayuda, para ello, del emperador Galerio y del presidente Daciano, quienes quieren detener a todos los responsables de la Fe cristiana. Severo, Obispo de Barcelona, huye ante la persecución, y en su camino se encontrará con un cristiano llamado Emeterio, al que pedirá que diga la verdad sobre su paradero a los romanos si se presentas en su busca.

Pero la Providencia pone la mano para impedir que le arresten, marcando una vez más, el momento en que el Santo ha de dar gloria a Dios entregando su vida. Los perseguidores, viéndose burlados apresan al humilde cristiano. Entienden que ese hombre les ha mentido y que realmente sabe dónde se encuntra el obispo. Será entonces, cuando Severo se entregue con otros sacerdotes. 

Ciertamente él había pedido a aquel ferviente creyente que le ayudase, pero era el momento de dar la cara por el Evangelio. Todos ellos, morirán derramando la sangre por Cristo. Y entre ellos, Severo será el prototipo de pastor que imita al Señor Buen Pastor que entrega su vida por las ovejas. Así una vez más se muestra la Gloria de Dios en sus fieles, porque al ponerse de su parte en la tierra también Él se pondrá de parte de ellos en el Cielo.