Santa Cecilia, armonía de caridad
Madrid - Publicado el
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Este miércoles, conmemoramos a una Santa de los primitivos tiempos: Santa Cecilia. Su vida transcurre en el siglo III. Procedente de la nobleza romana, del linaje de los “cecilios”, emparentados a su vez con otros patricios romanos, queda de pequeña huérfana de madre. La Fe cristiana se había impregnado en ellos. De su educación dándole una impronta cristiana, se encargará el Obispo Urbano, logrando que abrace la Fe y se bautice en plena adolescencia.
Consecuente con el camino que había tomado, asiste a los cultos cristianos sin esconder, en ningún momento, su condición de seguidora de Cristo. Por ello se entrega a practicar la penitencia y la caridad. Prueba de su generosidad, es la atención a la multitud de pobres que socorrió en la Vía Apia, dándoles de comer. Un día es dada en matrimonio con el pagano Valeriano –también mártir como su otro hermano Tiburcio-.
El problema es que el padre, a pesar de su Fe, la buena voluntad que tenía le lleva a desposar a su hija sin ver la realidad del pretendieente. Cuando ella le cuenta a Valeriano que es cristiana, éste asumió la consagración de su esposa al Señor. Y es que la conversión del paganismo al cristianismo, supuso ser denunciado ante la autoridad civil, siendo decapitados. Esta misma suerte corrió Cecilia al declararse ferviente cristiana.
Cuando es obligada a sacrificar a los dioses se niega rotundamente. Decretada a morir será ahogada en la fuente de su propia casa. Su pertenencia a los mártires de la antigüedad, hace que su nombre se incluya en el Canon Romano. Patrona de los músicos, tiene una Iglesia levantada en el Trastévere Romano. La imagen de Santa Cecilia, tallada en mármol, muestra las manos cruzadas, mostrando un dedo en una y tres en la otra, lo que simboliza la Fe en el Dios Uno y Trino.