Santa Elena, unida al Árbol de la Cruz
Célebre emperatriz y madre de Constantino I, el emperador romano que detuvo la persecución a los cristianos y les concedió libertad de culto
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La luz que Dios a los Santos en forma de gracias sirve para aprovechar las posibilidades de aportar un testimonio en la vida de la Iglesia. Hoy celebramos a Santa Elena, que recibió el Don de la Providencia para descubrir el Árbol de la Salvación. Nacida en Daprasano (Nicomedia), es originaria de familia pobre, inmersa en el paganismo. Ya de pequeña siente horror ante las matanzas de cristianos, y no entiende esta masacre y la crueldad con que les tratan.
A los 23 años contrae matrimonio, del que nacerá Constantino que, con el tiempo, ascenderá al Trono Imperial. Posteriormente su marido la repudia para poder casarse con la hijastra del emperador Maximiano y mantener el poder, llevándose a la Corte a su hijo. El testimonio de Eusebio de Cesarea habla de la condición cristiana de Elena quien, sin duda tiene parte en el Edicto de Milán, cuando Constantino decreta el fin de la persecución contra los seguidores de Cristo.
Previamente, tiene lugar la batalla del emperador contra los bárbaros, venciéndoles gracias a la Cruz que vislumbra en el Cielo y la inscripción en la que leyó: “In hoc Signo vinces” -“Con esta Señal vencerás”-. Cuando la madre llega a los setenta años, marcha a Tierra Santa para llevar a cabo un gesto que dejará impronta en la Historia de la Iglesia: descubrir el Santo Leño donde entregó la vida por todos.
Para ello, al salir las tres cruces en las excavaciones puso un enfermo sobre cada una, pidiendo una Señal al Señor y reconociendo la del Redentor como aquella sobre la que sanó la moribunda que había colocado encima. Una vez hallada, hicieron tres partes que fueron a Constantinopla, Jerusalén y Roma. Después de morir, los restos de Santa Elena se llevaron a Roma donde reposan actualmente sus reliquias.