La mujer que empezó su misión con los emigrantes y que ha llegado a todo el mundo

Uno de los puntos fundamentales de muchos Santos ha sido instruir a los otros en la Fe. Para ello, hay que predicar con el ejemplo y llevar una vida entregada, austera y generosa. De esa entrega surge la ayuda a quienes piden ser formados. Eso le sucedió a la Santa de hoy, que celebramos en el contexto de los días especiales del Adviento, Santa Francisca Javier Cabrini.

Hija de Agustín y Stela Cabrini, nace en la Lombardía italiana, en Sant'Ángelo Logidiano, el 15 de julio de 1850. Su vida se desenvuelve en una familia numerosa, puesto que es la décima de once hermanos. El ambiente de su casa es muy sencillo, con un gran clima de Fe. Esa madurez se nota en Francisca ya desde niña.

Precisamente, cuando contaba con ocho años se confirma y a los nueve hace la Primera Comunión porque se la ve preparada para ello. Su faceta de maestra le hace entregarse a los demás, sembrando en ellos la semilla del Evangelio. Con un fuerte ímpetu de servicio, entra en un hospicio, pero aquella comunidad queda disuelta por el Obispo, al ver las desavenencias existentes entre las monjas.

No obstante, el Prelado reparará en Francisca a la que le encomienda otra tarea. La idea es proporcionar formación educativa en el plano de la Fe y el humano a las jóvenes italianas. Así fundará las Misioneras del Sagrado Corazón, que en 1907, obtendrá la aprobación pontificia. El fuerte ardor por el Señor, le hace predicar el Evangelio, propagándose la Congregación por todo el mundo. Tampoco falta su espíritu de obediencia al mandarle el Papa León XIII centrar su misión en los necesitados y emigrantes del Nuevo Continente para ser fiel a su carisma de atención a los más pobres. Muere en 1917.