SANTORAL 1 OCTUBRE
La Santa mística que entregó su vida por la Iglesia muy joven y es Patrona de las Misiones
Santa Teresita de Lisieux vivó su vida por la Iglesia en un Convento contemplativo.
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La Providencia Divina siempre es paradójica porque Dios siempre coge lo que no cuenta para anular a lo que cuenta. Esa es la clave de su sencillez y sus caminos que ni mucho menos tiene que ver con los nuestros. Sus planes no son humanos sino sobrenaturales. Iniciamos el mes de octubre con la festividad de Santa Teresita del Niño Jesús.
A ella le tocaron de lleno los planes de la Providencia que le encauzaban a la Santificación desde su sencillez y sus contradicciones que le hacían una criatura probada en su fidelidad la Esposo que es Cristo. Nacida en Alençon (Francia) el año 1873, siente desde muy joven la llamada del Señor a la vida contemplativa. Ella misma dice que cuando meditaba el capítulo 13 de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, donde el Apóstol recuerda que en la Iglesia hay multitud de servicios, no se ubicaba en ninguno de ellos. Su lugar propiamente lo encuentra en el Amor y servicio a Cristo.
Así entra en el Convento de las Carmelitas de Lisieux. Su principal motor para seguir este camino lo encontró en la tierna confianza en Dios, la sencillez y la humildad. Y como el verdadero testimonio se conoce desde las obras, trató de infundir todo esto en el corazón de las novicias. Tras una grave dolencia, muere con tan sólo 24 años, ofreciendo su vida por la Iglesia y la extensión del Evangelio.
Destaca también su profundidad mística. No en vano, ante los primeros síntomas de la enfermedad, asegurará: “Es el Esposo que llega”. Es Patrona de las Misiones, junto con San Francisco Javier. El motivo es que sin salir de la Clausura del Convento se escribió cartas de apoyo y aliento con misioneros que le pedían consejo ante las dificultades.