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La Flor de la vida es la Fe que Dios te da para que heredes el Cielo. Hoy celebramos a Santa Rosa de Lima. Siempre sintió que estaba llena del Dios que salva a todos los hombres. Nacida el 30 de abril del año 1586, sus padres le pusieron el nombre originario de Isabel. Estando en Quites, provincia de Canta, al Noroeste de la capital peruana, donde su padre gobernaba unas tierras, es confirmada por el Arzobispo vallisoletano Santo Toribio de Mogrovejo.
A partir de entonces pasa a llamarse Rosa. En el año 1606, recibe el hábito de la Tercera Orden de Santo Domingo, ingresando en el Convento donde hacía diariamente su oración. Los terciarios dominicos llevan en su corazón el carisma de Santo Domingo de Guzmán y lo viven con una consagración especial en sus hogares sin vivir en Conventos. La vida de Rosa se desarrolló, desde entonces, en el ambiente religioso de Perú.
Su tiempo en casa, siempre transcurría en medio de un clima espiritual y de ofrecimiento del trabajo cotidiano. A pesar de no ser la mayor de los hermanos, siempre decidió ser ella la que sostuviese a los demás dentro del hogar, buscando siempre servir a los otros. Dentro de sus grandes virtudes se señala la obediencia, algo que siempre trató de cumplir, pidiendo, incluso, perdón a sus padres y superiores por cuantas veces no había hecho las cosas que le pedían debidamente.
Tampoco faltó en ella la humildad que siempre presidió todos sus gestos y acciones impregnados de caridad, centrados en la ayuda a las almas para alcanzar la salvación y en el socorro a los pobres desde las obras de misericordia corporales y espirituales. En todo esto siempre estuvo presente también su espíritu de austeridad y penitencia. Santa Rosa de Lima muere en 1617 cuando contaba con sólo 31 años.