El santo patrono de los obreros con el que empieza el mes de María

La Resurrección del Señor marca siempre la igualdad entre todos los hombres. El propio San Pablo destacó a grandes letras en sus Cartas que, ya que Cristo ha Resucitado, no puede haber distinción entre hombre o mujer, judío o griego, esclavo o libre. Porque todos sois uno y libres en Cristo Jesús. En este 1º de mayo, celebramos a San José Obrero desde el sentido pascual de la dignidad del ser humano, creado a Imagen y Semejanza de Dios y elevado a al categoría de hijo. 

Fue Pío XII quien instituyó esta celebración este mismo día, en el año 1955. José, Esposo de María y padre adoptivo de Jesús, es el prototipo del trabajador que con su faena, coopera a la Creación de Dios y la Renovación de todas las cosas en Cristo. Así promovió el Pontífice esta celebración desde la fraterna relación entre el patrón y el trabajador, con el derecho a una tarea desde unas condiciones justas y dignas, con un trato netamente humano y un salario digno, ante un grupo de trabajadores en la Plaza de San Pedro.

Todo esto queda de relieve en la Doctrina Social de la Iglesia, que cobra especial relevancia con la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, y las siguientes cartas de los Papas del siglo XX como es el caso de la Laborem Exercens, Populorum Progressio, y Mater et Magistra, hasta llegar a la Sollicitudo Rei Socialis  San Juan Pablo II, por citar algunos ejemplos.

Sólo desde Cristo es posible el Cielo nuevo y la tierra nueva que nos invitan a ganar la Vida Eterna, desde la santificación en el trabajo que la Providencia nos ha asignado. Y en este mes de mayo también tiene especial importancia el fervor del Pueblo de Dios a la Virgen. El Ejercicio de las flores a María, supone el amor que los creyentes profesan a la Reina de Cielo y tierra poniéndola como el segundo Modelo después de Cristo.