El Santo que dio frutos abundantes según los dones de Dios
La vida de San Policarpo viene marcada por su condición de discípulo de San Juan, Evangelista.
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Desde el principio los Apóstoles cumplieron lo que Dios les mandó de ir a predicar el Evangelio y anunciarlo a toda creatura. De esta forma extienden el Reino de Dios a todos los hombres. Un encargo que dio grandes frutos porque los Apóstoles se pusieron manos a la obra y la Gracia de Dios los acompañaba con grandes signos como pasó con el Santo que presenta hoy la Iglesia: San Policarpo.
Oriundo de los primitivos tiempos, fue discípulo de la Primitiva Comunidad Cristiana. Incluso San Ireneo de Lyón le vinculará directamente al Apóstol San Juan, como salido de su círculo de obispos y seguidores. Bautizado en los primeros momentos de su vida, accede como Pastor a la Diócesis de Esmirna. San Ignacio de Antioquia le agradece en una de sus cartas la hospitalidad que le ha dispensado, al acogerle.
Posteriormente marcha a Roma a ver al Papa Aniceto con la idea de unificar la celebración de la Pascua en una fecha concreta, ya que hasta ese momento, Occidente lo celebraba en domingo y Oriente el 14 de marzo, sin reparar en el día que cayese cada 14 del mes de marzo. Varias son las Cartas que se conservan, en las que pone de relieve diversos aspectos de la fe, ante las herejías que surgieron por entonces como son los Docetas. Extendidos por Julio Casiano en el siglo II, negaban que Cristo tuviese Cuerpo humano, rechazando también la Muerte del Señor en la Cruz como fundamento salvador.
Por todo ello, tuvo que escribir una Profesión de Fe, para alentar y confirmar en ella a los cristianos. Muere derramando su Sangre por causa del Reino de Dios durante la persecución del Emperador Decio contra los seguidores del Evangelio.