El Santo que luchó a favor de los quechuas
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La Fe pasa por el amor a Dios y al prójimo. Muchos son los Santos que han tenido que compaginar de forma total y especial los dos pies porque han denunciado las injusticias que se hacen contra los demás hombres. Esto sobre todo se ha dado en tierras de misión donde se quitaba de sus derachos a los nativos de aquellos lugares.
Hoy conmemoramos a Santo Toribio de Mogrovejo que vivió especialmente la defensa de los derechos de los indígenas. Este vallisoletano de nacimiento, concretamente en 1538, sería un gran evangelizador en las tierras del Continente Hispano. Ordenado sacerdote, fue estudioso del Derecho –y muy particularmente el Canónico-, pasó por universidades y lugares tan afamados como Salamanca, Santiago de Compostela y Coimbra.
Tras dos años en el delicado cargo de estar en la Inquisición de Granada, es designado como Obispo en la Sede de Lima. Consagrado en la Catedral Hispalense, se incorpora a Perú en un momento con graves dificultades. Esto no le aparta de su Ministerio caracterizado por la prudencia y la capacidad de unir a todos en bien del Reino, desgastándose por los indios y nativos de aquellas tierras. Convocó diversos concilios y, con no pocos aprietos trató de aplicar las conclusiones del Concilio de Trento.
Tampoco se puede olvidar su aprendizaje del quechua para entenderse con los indios, o la redacción de un Catecismo en quechua y castellano. Destacable fue, igualmente, su atención a los bautizados que provenían del mundo pagano. Su celo por las almas le llevó a enfrentarse en multitud de ocasiones con las autoridades civiles, lo cual no le minó en su defensa del Evangelio de Cristo. Muere en 1606, atendido por uno de sus misioneros cuando hacía una visita pastoral.