San Ireneo de Lyón

Formó parte del grupo de seguidores de San Policarpo, Obispo de Esmirna que, a su vez, fue discípulo del Apóstol San Juan

San Ireneo de Lyón

Redacción Religión Jesús Luis Sacristán

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Una de las ramas teológicas más importantes en los primitivos tiempos del cristianismo fue la apologética que exponía la Doctrina de la Fe con claridad para defenderla de cualquier herejía. Hoy celebramos a San Ireneo de Lyón, uno de los más prestigiosos apologetas del Santoral. Su nacimiento se sitúa hacia el año 130 y formó parte del grupo de seguidores de San Policarpo, Obispo de Esmirna que, a su vez, fue discípulo del Apóstol San Juan.

Y en esta ciudad se educó hasta que el Prelado le mandó a Las Galias. Una vez allí, y más concretamente en Lyón, se ordena sacerdote en medio de un ambiente de cruel y cruenta persecución a los cristianos. Pronto será enviado como Legado a Roma para suplicar al Papa Eleuterio que trate el tema de los montanistas, herejes que surgieron de la mano de Montano, un hombre de Frigia que se autoproclamó profeta y aseguró que cualquier pecado mortal cometido alejaba de Dios de tal forma que ni el Sacramento de la Reconciliación lo podía perdonar.

El santoral de hoy, lunes 28 de junio

Al mismo tiempo anunciaba como inminente la Segunda Venida de Cristo. Por entonces Ireneo fue elevado a la Sede Episcopal Lyonesa, en un momento en el que el gnosticismo de Marción, había impactado en las filas cristianas, señalando que el Dios del Antiguo Testamento es distinto del Dios Neotestamentario, promoviendo también que habría almas destinadas a la condenación, anticipándose a la doctrina de Calvino sobre la predestinación.

En esta desviación calvinista se defendía que Dios creaba a los hombres de propio para que unos se salvasen y otros se condenasen de propio. El Obispo de Lyón refutó tal desviación en su Tratado contra los herejes. Muere mártir en torno al año 200, destacando su frase “La gloria de Dios es que el hombre viva”.

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