El santoral del 1 de septiembre: San Gil, abad y ermitaño
De origen griego su vida transcurre entre los siglos VI y VII. La procedencia noble no le quitó su idea de entregar los bienes a los pobres y dedicarse a la oración
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Los primeros tiempos de los cristianos tuvieron hasta tres siglos de persecución. Una vez cesaron esos tres siglos cruentos, aunque siguió habiendo martirios, empezó a predominar la vida eremítica. Uno de esos hombres que llevó una vida solitaria por el Reino de Dios fue el Santo de este día, ya que hoy la Iglesia nos presenta al ermitaño San Gil.
De origen griego su vida transcurre entre los siglos VI y VII. La procedencia noble no le quitó su idea de entregar los bienes a los pobres y dedicarse a la oración. Así se entregaría al Señor para adquirir un tesoro en el Cielo y así no tendría que escuchar “¡Qué difícil le es a un rico entrar en el Reino de los Cielos. Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico en el Reino de los Cielos!”.
El santoral de hoy, martes 1 de septiembre
Para ello se establece en Provenza, al sur de Francia, abandonando su tierra natal. Cuenta la tradición que fueron muchos los que se acercaron a pedirle ayuda ante los problemas que tenían y fueron curados milagrosamente. Pero el ambiente se hacía ya tan irrespirable que Gil se fue cerca del río Ródanos con intención de hacerse eremita. Quería vivir en el silencio contemplativo el sólo.
No obstante su fama no pasa inadvertida. Casualmente un día Carlos Martel -otros dicen que se trataba de Childeberto I- iba de cacería y al ver al Santo ermitaño le reconoció y construyó un Monasterio del que fue Abad. Aquí se corre y se extiende más la noticia del Convento que rige el eremita, ahora convertido en Abad. Mucha gente va en su busca y tampoco puede pasar todo el tiempo en silencio. Esto duraría hasta el 720, año en que muere San Gil.