El Santo de hoy: Solemnidad de Todos los Santos, Premio eterno a una vida sencilla

Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles, recuerda el Salmo en la Escritura. Esto muestra que para Dios valemos mucho. Tanto que hoy, al celebrar la Solemnidad de Todos los Santos, no es una fiesta cualquiera sino con mayúsculas, lo cual nos llama a participar de la Santa Misa para honrar esta jornada tan estelar. Muchos fueron los cristianos que dieron su vida por el Evangelio en los primitivos tiempos. La Iglesia hasta el año 313 vivió una cruenta persecución.

Este hecho de que tantos hombres y mujeres sufriesen le martirio hizo que pronto se les diese culto. Oriente lo celebraba de forma muy especial. Y asumido de las iglesias orientales, en torno al año 610, el Papa Bonifacio IV pensó que había llegado el momento de convertir el antiguo Partenón Romano dedicado a los dioses imperiales, en un Templo en honor de la Virgen y los mártires. Posteriormente se amplió esta dedicación a todos los Santos de cualquier calse y condición, sean mártires o no.

Alcuino de York, un gran teólogo perteneciente a la corte caroliongia, planteó que una festividad de ese calibre no podía quedarse en un ámbito muy reducido y debía vivirse en todo el mundo cristiano. Fue en el siglo IX cuando el Papa Gregorio IV instauró la Solemnidad de Todos los Santos para toda la Iglesia y puso la fecha tal y como la conocemos en nuestros días, ya que al principio se celebraba el 13 de mayo.

El sentir de la festividad es el recuerdo de aquellos santos conocidos y otros desconocidos que no figuran sus nombres en el calendario, pero Dios les tiene en su memoria y gozan de esa Paz a la que todos estamos llamados. Así recordamos en el Crado cuando decimos “Creo en la Comunión de los Santos”. Ahí nos referimos a la Iglesia Triunfante que son los que están ya en el Cielo y que vivimos hoy. La Iglesia Purgante que es la de mañana con las ánimas del Purgatorio. Y finalmente, la Iglesia Militante, que somos los que peregrinamos hacia el Cielo en la tierra.